Las mariposas pertenecen al grupo de animales más numeroso: los insectos. Dentro de este grupo, los lepidópteros, ocupa el cuarto puesto en cuanto a número y diversidad de especies, después de los escarabajos, himenópteros y dípteros. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos las características de las mariposas y mucha más información.
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Características de la mariposa
¿Qué son las mariposas? Son insectos, y como tales, también son artrópodos, las mariposas tienen las características básicas de este grupo. Tienen el cuerpo dividido en tres partes claramente diferenciadas: cabeza, tórax y abdomen. En la cabeza están la boca, las antenas, los palpos y los ojos. El tórax, dividido en tres segmentos, lleva tres pares de patas articuladas (un par unido a cada segmento torácico) y dos pares de alas (en el segundo y tercer segmento).
El abdomen es la parte más segmentada del cuerpo; está formado por diez segmentos, aunque solo ocho son claramente visibles. Una característica típica de las mariposas son las escamas, que cubren el cuerpo entero de los adultos, sobre todo las alas; el nombre Lepidóptero significa “alas con escamas”. Además de las escamas, presentan numerosos pelos en diferentes partes del cuerpo y, a veces, también en las alas.
Las escamas de colores, superponiéndose unas sobre otras como las tejas de un tejado, forman los maravillosos y elaborados dibujos de las alas. Los colores se producen químicamente por pigmentos y físicamente por difracción y refracción de la luz.
Es muy difícil ver el esqueleto en sí bajo las escamas y los pelos que lo cubren, y es necesario quitarlos para poder ver las partes individuales del esqueleto. Una mariposa que haya sido “desnudada” parece una muñeca de juguete con articulaciones móviles. Como todos los insectos, las mariposas respiran mediante una tráquea o serie de tubos que llevan oxígeno a los tejidos corporales.
Crecimiento de la mariposa
Para la mayoría de la gente, la palabra mariposa evoca la imagen del adulto o imago. En general, no se piensa en el complejo desarrollo que precede a la aparición de la criatura con su preciosa forma y alas de colores.
Las mariposas, como el resto de los insectos, sufren un proceso conocido como metamorfosis, en el cual se siguen en sucesión varias fases de crecimiento completamente distintas, empezando con el huevo y terminando con el adulto. Los lepidópteros sufren una metamorfosis completa, pasando por cuatro fases principales, alternando siempre una fase activa con una fase inactiva o inmóvil. Las cuatro fases son:
- Huevo.
- Larva u oruga.
- Pupa o crisálida.
- Adulto.
Las fases de una mariposa monarca, te explicamos cada una de ellas con todo detalle:
Huevo
El ciclo vital de la mariposa comienza con el huevo. Los huevos de pueden verse a simple vista. Incluso los de los lepidópteros más pequeños son relativamente grandes: de 0,2 a 0,3 milímetros. Los huevos más grandes de los lepidópteros más vigorosos pueden alcanzar el tamaño de un guisante: de 3 a 4 milímetros.
El huevo está completamente cubierto de una sólida cascara o corion que encierra al embrión. La rica capa de yema que lo rodea, le proporciona el alimento para su desarrollo. La superficie exterior puede ser más o menos suave o rugosa, toscamente esculpida con crestas y huecos o estar decorada con manchas irregulares.
La forma del huevo de las mariposas demuestra una gran diversidad y puede ser esférica, cónica, cilíndrica, con forma de barra, bote o huso, angular o plana y tipo escama. El corion tiene un orificio diminuto llamado micropilo a través del cual penetra el esperma móvil para alcanzar el gameto femenino y fertilizarlo. El micropilo puede estar situado en la zona superior del huevo, y el huevo se llama huevo vertical, o puede estar situado lateralmente, en cuyo caso se denomina huevo yacente.
Las hembras pueden poner sus huevos aislados o agrupados en formas características: alineados en fila, amontonados, en una sola capa o en varias capas. A veces la hembra hace su puesta sobre la superficie de hojas y ramas, otras veces inserta los huevos cuidadosamente en fisuras de troncos, bajo yemas o brotes jóvenes, bajo la hojarasca, en rosetas de hojas o en flores.
Respecto a la cantidad de huevos que pone una mariposa, debes saber que depende de la especie, ya que puede variar entre varios centenares hasta algo más de dos mil huevos en una sola puesta.
Los huevos recién puestos tienen la concha blanda y su color es normalmente blanco o blanco amarillento, aunque puede ser verdoso. Sin embargo, el corion se endurece rápidamente y los huevos adquieren su verdadero color, en su mayor parte amarillo o verde pálido, también gris pardo e incluso negro. Los huevos de las polillas del género Catocala y los de las especies cuyos capullos tienen forma de huevo presentan una coloración muy viva.
A veces, la coloración puede cambiar con el desarrollo del embrión. Los huevos pálidos pueden adquirir marcas rojizas; otras veces toman colores más oscuros como pardo y violeta. En huevos con cáscara fina y translúcida es posible ver hacia el final del desarrollo embrionario la cabeza de la oruga a través del corion.
Oruga
Tras un cierto período de tiempo, variando muchísimo según las especies y los factores externos, las pequeñas orugas salen de los huevos. El factor externo que más influye en el desarrollo del huevo es la temperatura. También la humedad, por exceso o por defecto, influye en los huevos de algunas especies.
La temperatura ideal oscila alrededor de los 20 °C o 68 °F. A temperaturas inferiores el desarrollo del embrión se hace más lento o incluso se detiene; a temperaturas altas (hasta un cierto límite), generalmente el desarrollo es más rápido.
En dos o tres semanas, o incluso antes, puede adquirir una longitud veinte veces mayor, un peso y un volumen de dos mil a tres mil veces superior y la cabeza puede aumentar seis veces en anchura. Ni la más elástica de las pieles podría soportar semejantes cambios de tamaño y, por tanto, la oruga experimenta numerosas mudas durante su desarrollo. Se libera de la piel vieja y ajustada, así como de la cápsula de la cabeza, y la repone con una nueva piel, más grande y holgada, que ya había desarrollado previamente bajo la anterior.
Después de unas horas, la nueva piel se endurece y la oruga puede seguir alimentándose de nuevo. El período de crecimiento entre mudas se denomina Instar. Suele haber cinco o seis períodos de crecimiento, pero a veces pueden darse más. Sin embargo, no todas las orugas de mariposa crecen tan rápidamente.
En algunas especies, el desarrollo dura varios meses, algunas veces incluso años, y puede existir una gran diferencia en la duración del desarrollo aun entre orugas de la misma especie, dependiendo de la generación estacional a la que pertenezcan.
Este crecimiento tan rápido necesita su correspondiente cantidad de alimento y, en cuanto sale del huevo, la oruga comienza a buscarlo. Frecuentemente, el corion vacío sirve a la oruga como primer alimento, de manera que las huellas de su nacimiento desaparecen inmediatamente. Para algunas orugas es fundamental que el corion sea su primer alimento, y si por alguna razón no pueden tomarlo, no comen otra cosa y, por tanto, mueren.
En cuanto a qué comen las orugas, en el momento que la oruga sale del huevo debe comenzar la búsqueda de los alimentos específicos que componen su dieta, ya sean hojas verdes, yemas, raíces, bulbos, madera o cualquier otra cosa.
Algunas orugas roen diferentes semillas, manzanas, nueces, bellotas y otros frutos. Otras se alimentan de materia derivada de otros animales, como plumas, pelos, cera de abejas y hasta carne de animales muertos.
En su hábitat natural estas orugas viven en nidos de pájaros o madrigueras de mamíferos, pero cuando llegan a viviendas humanas y almacenes pueden causar daños considerables. Existen también orugas depredadoras que o bien devoran a las de su propia clase (un ejemplo de canibalismo) o a otras orugas y animales.
La gran diversidad en tamaño, forma y color confiere interés a las orugas. En las polillas de especies más pequeñas, las orugas son tan diminutas que pueden perforar sinuosos túneles en las hojas llamados minas, comiéndose el tejido verde situado entre la epidermis superior e inferior.
Otras orugas miden más de diez centímetros de longitud y son tan gruesas como el dedo pulgar de una mano. Las orugas pueden tener el cuerpo liso o con pelos, ser espinosas o tuberculadas, suavemente cilíndricas o cubiertas de irregularidades.
Respecto a las características de las orugas, frecuentemente presentan cuernos y penachos de pelo que les protegen de sus enemigos dándoles un aspecto amenazador o haciéndolas invisibles. Las orugas cuentan con innumerables enemigos, ya que son alimento de pájaros y otros insectívoros; por eso, con objeto de asegurarse que al menos vivan algunas, han desarrollado una gran variedad de adaptaciones que sirven para hacerlas invisibles, confundiéndolas con su hábitat.
En otros casos, cuando les molestan, se defienden exponiendo partes de su cuerpo que muestran colores de advertencia, haciendo uso de sus armas químicas mediante secreciones fétidas o incomestibles, o con pelos venenosos que hacen la vida imposible a sus atacantes.
La cabeza de la oruga consiste en una cápsula resistente, normalmente en forma de dos hemisferios incompletos. Entre ellos aparece una zona triangular, y en la parte frontal, en la boca, dos poderosas mandíbulas en forma de cuchara.
Las piezas bucales también incluyen, entre otras cosas, una glándula que produce finas hebras de seda. Las orugas jóvenes utilizan estas hebras para bajar de los árboles, o bien, como las arañas, para ser arrastradas por el viento y ser así dispersadas por el campo.
Las orugas adultas usan las hebras de seda para tejer capullos o para unir diminutos trozos de tierra, mantillo u otros materiales, cuando construyen una cámara donde transformarse en pupa o crisálida. Lo que muchas personas conocen como “gusano de seda”.
La cabeza lleva, además de las antenas, dos pares de palpos y lateralmente seis ocelos (ojos simples, en oposición a los ojos compuestos del insecto adulto), normalmente dispuestos en forma de herradura. El cuerpo de la oruga se compone de trece segmentos. Tres segmentos forman el tórax y diez el abdomen. Cada segmento torácico tiene un par de patas formadas a su vez por segmentos cilíndricos o cónico alargados.
Las patas abdominales, generalmente situadas en los segmentos número tres, seis y diez, son carnosas y en sus extremos aparecen unos duros ganchos dispuestos en círculo. Una característica típica de algunas familias es tener un número de patas reducido.
Las orugas de algunas polillas no tienen patas en los segmentos abdominales tercero y cuarto, y las de las polillas geómetras no tienen tampoco patas en el quinto segmento, quedando por tanto con solo dos pares de patas abdominales. Su famoso movimiento de “looping” es consecuencia de esta reducción. Algunas orugas tienen las patas del décimo segmento abdominal modificadas en un apéndice en forma de horquilla o bifurcado apuntando hacia arriba, de donde surgen cilios naranjas cuando la oruga se siente atacada.
El cuerpo de la oruga está recubierto de fuertes sedas. La situación de las sedas es bastante regular y con frecuencia constituye una característica importante para la identificación de algunas especies, siendo de gran ayuda para los expertos en la diferenciación de orugas de colores similares.
Asimismo, pueden aparecer sedas semejantes en cabeza y extremidades. En algunas especies crecen agrupadas y forman penachos. Es posible también encontrar los ganchos y las espinas de la piel modificadas en pelos.
Otras veces, la piel de las orugas puede estar recubierta de diferentes tubérculos y pequeños salientes sobre los que se insertan espinas simples o ramificadas. La situación de estos tubérculos o promontorios es característica para ciertas especies. Es frecuente encontrar crestas o montículos en los segmentos abdominales tercero u octavo. Las orugas de los esfíngidos se caracterizan, por ejemplo, por estar provistas de un curioso espolón en el octavo segmento abdominal.
La oruga Aglia Tau presenta en el cuerpo apéndices en forma de espoleta u horquilla cuando es joven, pero que gradualmente van desapareciendo y no queda rastro de ellos en la oruga madura.
En cuanto a cómo respiran las orugas, su cuerpo está provisto de unas aperturas de ventilación o estigmas laterales que sirven para la entrada de aire a las tráqueas. La tráquea se ramifica y divide en numerosos tiibulos, donde tiene lugar la oxigenación de los órganos internos. Los estigmas laterales se disponen por pares en el primer anillo torácico y en los ocho abdominales.
La forma de vida de las orugas muestra una gran variabilidad de unas especies a otras. También varía su alimentación, que puede ser cualquier materia orgánica. Algunas especies en particular también difieren en el tiempo de su existencia, el período de desarrollo, su ritmo de vida diario y otros.
Varias especies de orugas son acuáticas. Su adaptación al agua puede llegar a tal extremo que sus órganos respiratorios se hallen modificados en protuberantes branquias ramificadas, a través de las cuales la oruga absorbe directamente el oxígeno del agua. Otras orugas viven en capullos tejidos de seda o formados por diferentes materiales que sirven de protección.
Pupa o crisálida
Una vez alcanzado el tamaño definitivo, la oruga busca un lugar seguro donde o bien elabora un capullo o prepara una cámara en donde después se transforma en pupa o crisálida. La crisálida es prácticamente inerte y no ingiere alimento alguno.
En el interior de la caja o cámara tiene lugar un proceso insólito durante el cual, a partir de la informe masa de materia viva, se forma una mariposa adulta. Algunas pupas se sostienen sobre su extremo posterior y se sujetan por un hilo de seda que rodea su tórax; otras se cuelgan de unos ganchos que llevan situados al final del abdomen (el cremáster).
La mayor parte de las pupas pasan el período de reposo en posición yacente, bien recostadas libremente en el suelo o en un capullo o en su escondite. Dicho escondite puede ser, por ejemplo, una hoja enrollada, un hueco en el interior de un tallo, la cápsula de una semilla, el interior de la fruta de alguna planta o una galería tallada en la madera.
Con frecuencia, las pupas crisalidan en el suelo, donde se construyen una sólida cámara de tierra parecida a un montículo de tierra hueco. Después de un cierto período de tiempo, la mariposa emerge de la crisálida.
Mariposa adulta
La característica más notoria de la mariposa adulta es el colorido de las alas. Pero vamos a observar primero la cabeza. Lo más destacado son sus ojos compuestos, grandes y hemisféricos (algunas especies poseen también un par de ojos simples u ocelos ocultos bajo finos pelos en la cabeza).
También cuentan con grandes antenas, palpos labiales y trompa o probóscide, cuyo extremo se encuentra enrollada en espiral y con la que los insectos absorben el néctar y otros jugos. En algunos lepidópteros la trompa es corta, adaptada para picar frutas blandas, y otras veces está toda ella completamente reducida, en cuyo caso los individuos adultos no ingieren ningún alimento, adquiriendo toda la energía que necesitan para su corta vida de la grasa almacenada en su cuerpo por la oruga.
La cabeza se une al tórax por un cuello delgado. El tórax de la mariposa adulta se compone de tres segmentos. Sobre cada uno de los anillos del tórax se inserta un par de patas. El segundo y tercer anillos llevan un par de alas membranosas cada uno.
Las alas posteriores son más reducidas que las anteriores. Ambas están reforzadas por un complejo sistema formado por 15 nerviaciones o venas. Las diferentes venas se denominan de la siguiente manera: costa, súbeosla, radio, medio, cubito, postcúbito y anales.
Los elaborados dibujos de las alas están formados por diminutas escamas que o bien contienen pigmentos o producen colores físicamente por difracción y refracción de la luz, dando con ello a las alas su llamativo esplendor. En la siguiente imagen, como ejemplo, puedes ver a la mariposa monarca, una de las más bonitas.
Estos dibujos presentan elementos característicos, como manchas y rayas que, a su vez, llevan nombres específicos, por ejemplo: manchas con forma de riñón, mancha en forma de cuña, banda cruzada interior y exterior, línea ondulada.
Las patas presentan 10 artejos: cadera o coxa, trocánter, fémur, tibia, tarso (formado por cinco artejos) y pretarso. En algunos lepidópteros (como ninfálidos y satíridos) los artejos de las patas anteriores están reducidos y las patas no se utilizan en absoluto para andar.
El abdomen de la mariposa contiene el canal de alimentación y el aparato reproductor y en la parte terminal lleva los órganos genitales. Estos órganos sexuales externos se forman en los dos (en el macho) o tres (en la hembra) últimos segmentos y son muy característicos y muchas veces constituyen una ayuda indispensable para identificar las especies con exactitud.
En cuanto a cómo se reproducen las mariposas, el imago o mariposa adulto es una fase eminentemente reproductora, su objetivo es la reproducción y su vida entera está enfocada hacia este fin. El macho busca una hembra virgen, la copula y fertiliza, y la hembra pone los huevos. Con ello termina el ciclo de vida de la mariposa y entonces muere. El huevo marca el comienzo de un nuevo ciclo.
Especies de mariposas
Se calcula que aproximadamente existen 200.000 especies de mariposas y polillas en la tierra, aunque hasta la fecha solo se han descrito alrededor de 130.000.
El resto aún no se conoce, si es que algún día llega a descubrirse, ya que hoy los animales, y esto incluye a la mariposa, están disminuyendo de número a tal velocidad que muchas especies pueden desaparecer antes de llegar a ser descubiertas. En el artículo tipos de mariposas, podrás obtener información detallada de cada una de ellas y así conocerlas más en profundidad.
En cuanto a su hábitat, el desarrollo de las mariposas es mayor en las regiones tropicales, donde encuentran las condiciones más favorables, o sea, un clima cálido y alimento abundante durante la mayor parte del año. Los trópicos poseen además la mayor variedad de especies.
En la zona templada de ambos hemisferios, hacia el norte y hacia el sur, el número de especies decrece al aumentar la latitud. Existiendo solo unas pocas especies que se adapten a las duras condiciones de zonas más allá del Círculo Polar Ártico.
No se puede decir que la fauna lepidóptera de las regiones templadas carezca de interés. A pesar de que las mariposas de dichas zonas no adquieren las enormes dimensiones de sus parientes tropicales, están a la par en cuanto a diversidad de formas y colores.
Algunas de las especies más pequeñas son de una belleza asombrosa, con una amplia gama de colores, destellos metálicos y alas bordeadas de delicados márgenes, a menudo más largos que el ancho de las propias alas. Su estilo de vida está marcado por tantas peculiaridades, que merece la pena tratar de seguir aprendiendo sobre estas fascinantes criaturas.
Cómo respiran las mariposas
La respiración en las mariposas es un sistema realmente especial. Es muy distinto que el sistema respiratorio de muchos otros seres vivos. Por ejemplo, si lo comparamos con el de los humanos, en el de las mariposas destaca que no cuenta con pulmones. Entonces, ¿cómo respiran las mariposas? Pues en vez de pulmones, las mariposas tienen espiráculos, que son una especie de minúsculos agujeros que los lepidópteros cuentan en su cuerpo. Estos hoyos son los que facilitan el paso de oxigeno hacia la tráquea.
La tráquea es un complejo sistema de conductos internos que estos insectos tienen en su interior y que tiene como función transportar oxígeno a todas las del partes de su cuerpo. Así lo hacen otros artrópodos como las abejas, escarabajos o saltamontes. La mariposa no cuenta con un mecanismo de bombeo de oxígeno hacia los tejidos. En lugar de ello, su organismo lo hace mediante un sistema denominado difusión pasiva, que distribuye el gas mediante autoventilación.
Para que sepas como se realiza esta autoventilación, consiste en la modificación de los volúmenes de los tubos de la tráquea. Estos cambios son producidos por ciertos movimientos que realiza la mariposa cuando vuela.
Cómo distinguir las mariposas
No resulta fácil describir una especie de mariposa con exactitud e inequívocamente. A pesar de que los miembros de una misma especie tienen muchas características en común, presentan en muchos aspectos una gran variabilidad de mayor o menor grado.
Los especímenes individuales pueden diferenciarse en tamaño, detalles de coloración y dibujo de las alas, así como, por ejemplo, en el comportamiento, resistencia y capacidad de reproducción.
Esa variabilidad es una característica básica de todos los organismos vivientes. Permite a éstos adaptarse a las diferentes condiciones externas y, por tanto, asegura su supervivencia. Al propio tiempo, refleja la flexibilidad de las especies, la reacción de una especie respecto a las condiciones cambiantes de su entorno.
La variabilidad de los individuos, poblaciones y especies difiere en el grado o medida de sus características. En el caso de mariposas, las desviaciones más notables (aunque no siempre las más útiles) son naturalmente variaciones en el color y el dibujo de las alas.
Se dice que las mariposas y polillas aparecen de varias formas (la abreviatura de forma en su nombre científico es f.). En general, son formas individuales (también llamadas aberraciones) y no son hereditarias.
Otras desviaciones tienen lugar en forma de mutaciones y son permanentes, siendo transmitidas a la descendencia según las leyes de la herencia genética. A veces los individuos de la misma especies son tan diferentes entre sí que parecen pertenecer a una especie distinta. Por otra parte, algunas especies son tan variables que podría resultar extraño encontrar dos ejemplares de idéntico color.
Otro tipo de variabilidad más frecuente es la variabilidad geográfica. Si una especie se distribuye a lo largo de grandes extensiones como, por ejemplo, por toda Europa y Asia, las poblaciones de zonas muy distantes pueden desarrollarse por separado, aisladas, como respuesta al clima local.
Las causas del aislamiento pueden ser diversas barreras geográficas y geológicas, como cordilleras, largos ríos, océanos, desiertos, plegamientos de la corteza terrestre o glaciares. En un período de decenas de miles de años, las diferencias que surgieron en poblaciones separadas geográficamente pueden llegar a ser hereditarias en parte, dando origen de este modo a varias razas geográficas, llamadas subespecies (ssp.).
Un buen ejemplo de cómo surgieron dichas subespecies se puede observar en la mariposa Apolo (Parnassius apollo), que desarrolló razas geográficas claramente diferenciadas en las aisladas cordilleras de Europa y Asia (se han descrito decenas solo en Europa).
Si dicho aislamiento continúa durante cientos de miles de años, las diferencias entre las poblaciones pueden llegar a ser tan grandes que se conviertan en especies independientes, ya incapaces de cruzarse entre sí, acostumbradas a dietas diferentes, con ritmos de vida distintos, etcétera.
Mientras que desde el punto de vista sistemático las formas individuales no tienen importancia, exactamente al contrario que en el caso de formas y razas geográficas. Es por ello por lo que también están sujetas a las rígidas reglas de la nomenclatura, es decir, a las normas para nominar a las unidades sistemáticas: especies, géneros, familias, órdenes, etcétera.
Es necesario saber que la denominación científica de una especie se compone de dos nombres. El primero es el género, siempre escrito en mayúscula. El segundo nombre designa la especie y se escribe con la inicial minúscula. Este sistema que utiliza dos denominaciones se llama nomenclatura binómica. Cuando se añade un tercer nombre, que denomina la subespecie (raza geográfica), se llama nomenclatura trinómica.
La llamada raza geográfica es la población de un territorio específico, según el cual la especie fue descrita y nombrada por primera vez, y en su denominación el nombre de la subespecie es idéntico al de la especie.
Por ejemplo, Cari von Linneo describió el Macaón según especies capturadas en Suecia y, por tanto, la raza geográfica que habita en Suecia se llama Papilio machaon machaon, mientras que la población que se encuentra en Gran Bretaña, ligeramente distinta de la anterior, se denomina Papilio machaon britannicus.
Otro tipo de variabilidad en mariposas y polillas es el polimorfismo, que supone la existencia de grupos muy diferentes dentro de la especie. Este puede ser sexual, en cuyo caso se denomina dimorfismo sexual (macho y hembra diferentes), o dimorfismo estacional, en cuyo caso se denomina polimorfismo estacional (en el mismo año se dan diferencias entre generaciones separadas).
El término dimorfismo se usa en el caso de existir dos grupos distintos y polimorfismo en el caso de varios grupos distintos. Últimamente, algunos ejemplos de polimorfismo han sido designados con nombres específicos como, por ejemplo, el que las diferencias de color se denominen dicroísmo y policroísmo.
Los machos son diferentes de las hembras, en muchas especies. En algunos casos las diferencias son muy pequeñas, como en dibujo, tono de color o número de artejos de las antenas. Otras veces son muy notables, tanto que en algunas especies el macho y la hembra no se parecen en nada.
Pueden diferenciarse en el color (dicroísmo sexual), en el tamaño o en la forma de las antenas, patas o alas. Así, por ejemplo, el macho de La Lagarta (Lymantria dispar) es pequeño y pardo y su vuelo es rápido, mientras que la hembra es grande, de color blanco crema y de vuelo pesado. En algunos geométridos, limántridos, árctidos y microlepidópteros, las hembras tienen las alas atrofiadas y no pueden volar. Los machos de los licénidos son generalmente azules, mientras que las hembras son pardas.
Las alas de los ninfálidos machos tienen un brillo metálico que, sin embargo, en las hembras no aparece. Los machos de muchas especies de polillas tienen antenas pectinadas o plumosas y las hembras, en cambio, las tienen filiformes.
El polimorfismo estacional aparece en especies que en un mismo año presentan varias generaciones. Con frecuencia, las generaciones individuales difieren o bien en tamaño o en color. Esto es bastante común en los ejemplares pertenecientes al género eolias (amarillos) o a los piéridos (blancos).
La segunda generación de Chupaleche (Iphidides podalirius) difiere ligeramente de la primera en el color. La razón de estas diferencias reside, en general, en la reacción de los insectos a los cambios en la duración de los días a lo largo del año.
Un ejemplo típico de polimorfismo estacional es una ilustración de Araschnia levana. Los cambios estacionales pueden influir también en la coloración de las orugas y de la pupa. Así, las crisálidas de verano de la especie Macaón son verdes, mientras que las de invierno son pardas.
Cómo se clasifican las mariposas
Incluso para un profano es fácil reconocer que entre algunos animales existen mayores afinidades que entre otros. Lo mismo ocurre con los lepidópteros. En primer lugar, se dividen claramente en mariposas y polillas. Los grupos más importantes son los esfíngidos, los zigénidos y los sésidos.
La comparación y un examen más detallado de otras características, como la forma de las alas y de las antenas, la venación de las alas y las piezas bucales, permite la división en grupos y subgrupos. Generaciones enteras de naturalistas han intentado determinar ciertos principios según los cuales todos los seres vivos u organismos puedan ser categorizados en un sistema. El primero que resolvió este problema con relativo éxito fue el famoso científico sueco Linneo.
Clasificó todos los animales y plantas que conocía en su libro Systema Naturae, que constituyó la base a partir de la cual se desarrolló el actual sistema de clasificación. Han transcurrido más de 200 años desde que se publicó la décima y definitiva edición en 1758.
A pesar de que gran parte del sistema original se ha modificado debido a los modernos avances de investigación, los principios fundamentales de Linneo no se han alterado. De este modo, hoy día, mariposas y polillas se clasifican, de acuerdo con el conocido sistema natural, en: el reino animal (Animalia) à, phylum: artrópodos (Arthropoda) à clase: insectos à orden: mariposas y polillas (lepidópteros).
Dentro de este orden continúan dividiéndose en familias y éstas en géneros. La unidad más pequeña del sistema es la especie (o subespecie). Las categorías auxiliares son: subórdenes, superfamilias, subfamilias y otras unidades sistemáticas.
La clasificación de mariposas experimenta continuos cambios, tanto debido a la morfología, anatomía, paleontología y genética comparadas y otras investigaciones científicas, como dependiendo del subjetivo punto de vista de cada naturalista.
Originalmente, se clasificaban atendiendo a las características morfológicas del individuo adulto. En los últimos años, su clasificación también toma en consideración los llamados estadios preimaginales, en otras palabras: el huevo, oruga y crisálida, así como algunos criterios citológicos.
La mejor manera de comprender cómo varía el concepto de las autoridades individuales es en términos de la subdivisión en familias. Según algunos autores, los lepidópteros pueden dividirse en 50 familias, mientras que otros piensan que hay hasta 120 familias. Así, por ejemplo, los ninfálidos y satíridos se consideran dos familias distintas por algunas autoridades y una sola familia por otras.
Los Riodiuidae a veces se consideran una familia independiente y otras veces sencidamente una subfamilia, los Lycaenidae. Los Pirálidos llegan a dividirse incluso en seis familias independientes.
Normalmente se reconoce el sistema del científico australiano I. F. B. Common, que apareció en su libro The insects of Australia, y para las mariposas y polillas europeas la clasificación de 1980 del entomólogo francés P. Leraut, que incluye hasta los últimos descubrimientos. Según Leraut, el orden lepidópteros se divide en dos subórdenes y 27 superfamilias con sus diferentes familias como muestra el siguiente esquema (se han omitido las familias menos importantes).
Hábitat de la mariposa
En cuánto a dónde viven las mariposas, debes saber que forman parte inseparable de la naturaleza. Participan en las complejas relaciones que tienen lugar entre componentes vivos e inanimados y entre los propios organismos.
Tienen que adaptarse a una gran variedad de aspectos de naturaleza inanimada, sobre todo al tiempo, así como a otros aspectos de naturaleza viva, como a otros organismos. Por una parte, son consumidores de otros organismos, principalmente de plantas, y por tanto afectan a su vida directa o indirectamente (ya que afectan a su entorno).
Por otra parte, las mariposas y polillas son a su vez alimento de animales y parásitos depredadores. Son, por tanto, un importante eslabón en la cadena alimentaria y forman parte del ecosistema del mundo entero.
Se denomina valencia ecológica al grupo de características que posee una especie y que le permiten hacer frente a los factores externos. Las especies que presentan una amplia valencia ecológica soportan una gran variedad de condiciones y son flexibles. Son capaces, por ejemplo, de vivir bajo condiciones climáticas diversas o de alimentarse de una gran variedad de alimentos.
Por otra parte, una valencia ecológica reducida significa dependencia de un restringido número de condiciones y generalmente también especialización que, en ocasiones, puede llegar a ser muy extrema. Aunque las especies con valencia ecológica reducida pueden adaptarse a condiciones de vida muy duras, como en altas montañas o en el desierto, son incapaces de sobrevivir en condiciones suaves padecidas a menores alturas.
Luego está la especialización alimentaria. Las especies con valencia ecológica reducida son típicamente monofagocitarias, que significa que solo son capaces de alimentarse de un solo tipo de alimento, y cuando éste no está disponible (por ejemplo, cuando una planta muere o es destruida) son incapaces de sobrevivir.
Las mariposas tienen así diversos requerimientos, y cada especie debe buscar el hábitat (en el sentido más amplio de la palabra) apropiado que satisfaga sus necesidades y provea los factores necesarios para su existencia —esto se denomina un nicho ecológico—.
Un nicho apropiado puede ser, por ejemplo, un tipo de cosecha o de cultivo de plantas (bosque, pradera, matorrales de ribera), un tiempo específico del año, una cierta fase del crecimiento de la vegetación, una calidad y composición química particular de los alimentos, una temperatura y humedad dada en el medio ambiente, el tipo de luz apropiada, corrientes de aire, etcétera.
Algunas especies requieren un nicho grande y complejo, otras se contentan con uno pequeño y sencillo, Cuando una mariposa de una especie determinada ocupa un nicho adecuado no se presta a compartirlo con otra especie y lo defiende lo mejor que puede. Suele ocurrir que se lo quede o que sea expulsada por el intruso.
En el último case debe encontrar otro nicho adecuado y tomarlo, desalojando al ocupante anterior. Si no encuentra un nicho apropiado debe adaptarse a las nuevas condiciones y buscar un nicho de otro tipo. Si es incapaz de conseguir ninguna de las dos cosas estará condenada a morir.
La ocupación de nichos de gran diversidad de tipos y de varios niveles y su mutua interconexión en el espacio, tiempo y demás, dan lugar a comunidades naturales muy complejas que mantienen su statu quo por regulación propia o cambiando su respuesta ante los factores externos.
Hoy día sabemos que el principio que rige todos estos fenómenos es el flujo de energía. El Sol es la fuente fundamental que provee la energía necesaria para la vida en nuestro planeta. Las plantas son capaces de tomar energía solar y utilizarla en la síntesis de sustancias orgánicas.
Entonces esta energía pasa a los consumidores de la cadena alimentaria que se nutre de plantas (herbívoros). Cuanto mayor sea la adquisición primaria de energía solar, mayor es el suministro para los siguientes en la cadena ecológica, haciendo así posible la vida de un gran número de especies.
Donde la energía solar disponible es escasa, las comunidades tienen pocas especies y prevalecen las interrelaciones simples entre los organismos. Dichas comunidades se alteran con facilidad y tienen dificultades para sobreponerse ante cualquier trastorno. Por el contrario, un fuerte suministro de energía permite que florezca una comunidad mucho más rica.
Por esta razón, en las montañas altas solo hay unas pocas especies de mariposas y polillas, lo mismo que en las regiones polares, no disponen de suficiente energía para muchas especies o para interrelaciones inertes. En las regiones templadas habitan una gran cantidad de especies, sus interrelaciones son más complejas y las comunidades son más resistentes frente a los factores externos.
Cada uno de los factores de naturaleza inanimada, o factores ambióticos (temperatura, humedad, luz), tiene una influencia separada e individual. Entre éstos, la temperatura es el más importante. Las mariposas y polillas no son capaces de regular su temperatura corporal y solo pueden existir si la temperatura de su cuerpo llega a la requerida gracias a una fuente externa.
Son, por consiguiente, directa o indirectamente dependientes de las radiaciones solares o de la temperatura del medio ambiente. Sus necesidades varían. Algunas especies son activas a temperaturas tan bajas como el punto de congelación o ligeramente superiores. Sin embargo, la temperatura óptima para la mayoría de las especies oscila entre los 20 y 25 °C (68 y 77 °F).
A mayor temperatura, su actividad aumenta al principio, pero luego, a medida que la temperatura se aproxima al límite de su resistencia, su actividad disminuye rápidamente. Los lepidópteros no soportan temperaturas por encima de los 40 °C (104 °F) durante mucho tiempo y por tanto buscan lugares con temperaturas más bajas, agitan sus alas para reducir su temperatura, refrescan su cuerpo chupando líquidos y se esconden en zonas sombrías.
De igual forma, las temperaturas bajas son peligrosas, sobre todo cuando descienden bruscamente. Sin embargo, muchas especies han desarrollado un mecanismo fisiológico que les permite sobrevivir incluso a las heladas más duras.
Otro factor decisivo en la vida de mariposas es la humedad. La mayor parte de sus tejidos corporales están compuestos de agua y ésta debe ser repuesta continuamente. El agua es importante como materia prima básica para los procesos químicos que tienen lugar en el cuerpo, es decir, para la síntesis de tejidos corporales, y como medio de transporte para conducir los nutrientes a todo el cuerpo y para llevar los productos de desecho al exterior.
El grado de humedad necesario difiere según las especies. Algunas están muy bien adaptadas a la vida en ambientes secos; sus cuerpos están provistos de una cubierta gruesa y hermética, los pelos previenen la evaporación y también son capaces de tomar de una sola vez gran cantidad de agua.
Las orugas obtienen el agua que necesitan para sus procesos vitales de las plantas verdes. Otras especies, o sus fases preimago (de desarrollo), no pueden sobrevivir en un ambiente seco. Las hembras ponen sus huevos en lugares húmedos; los gusanos viven en el interior de las plantas, por ejemplo, dentro de tallos, capullos, flores o frutas, o se esconden en el suelo. Otras orugas viven en cajas que, además de servirles de protección, les confieren una mayor humedad.
Es muy interesante el papel que juega la luz en la vida de mariposas. Como fuente de energía, es imprescindible como tal para que haya vida y, en segundo lugar, actúa como señal de varios procesos vitales. Durante millones de años, las horas del día han ido reduciéndose y aumentando a lo largo del año, y, de la misma manera, las estaciones han ido cambiando regularmente, alternando estaciones favorables con otras menos favorables. Y así, las mariposas y polillas aprendieron a utilizar el reloj astronómico en su propio beneficio.
Con la ayuda de señales luminosas realizan los preparativos necesarios para sobrevivir a las inclemencias de las estaciones y, del mismo modo, saben cuándo es hora de salir del huevo para que haya suficiente alimento para la descendencia.
El letargo es cualquier tipo o período de inactividad en el desarrollo de las mariposas. Hay muchos tipos de inactividad y son muy complejos. Los dos tipos básicos son la diapausa y la quiescencia, además de muchos tipos intermedios.
La quiescencia es la reacción inmediata a un cambio en los factores externos, generalmente un cambio de temperatura, y, en ocasiones, también de humedad. Cuando la temperatura o la humedad descienden por debajo del valor óptimo, el organismo cesa de ser activo.
Sin embargo, al restablecerse las condiciones adecuadas, continúa inmediatamente el crecimiento o la reproducción. En esencia, la quiescencia es la capacidad de quedarse inmóvil debido a la sequía o al frío e independientemente de la luz.
La diapausa es un tipo de letargo mucho más complejo. Es un período de inactividad en el curso del desarrollo que se desencadena por cambios hormonales en el organismo mucho antes de que comience una estación desfavorable.
La duración del día es el impulso que estimula los cambios que necesita el organismo. Cuando los días son cortos, los procesos fisiológicos del cuerpo son distintos de aquellos que tienen lugar en los días largos; las glándulas producen sustancias diferentes o pueden incluso dejar de funcionar temporalmente.
Así, la longitud de las horas del día en primavera despierta a la oruga en invernación a una vida nueva, es el impulso que provoca a la mariposa o polilla que salga del capullo. o la señal para que la oruga salga del huevo en invernación haciendo su camino a mordiscos.
Una cierta cantidad de luz estimula la maduración de los huevos en los ovarios de las hembras o la actividad sexual en los machos. Determina si habrá otra generación en el mismo año o no, si la pupa permanecerá en reposo durante varios días o durante varios meses, etc. La diapausa puede ocurrir en cualquiera de los estadios de desarrollo y la señal luminosa generalmente aparece mucho antes que el letargo.
Esto es de extrema importancia para la supervivencia de la especie, ya que el impulso se manifiesta en un momento en que dispone de mucho alimento y la oruga o imago (por ejemplo, fases de alimentación) puede almacenar suficientes provisiones para sobrevivir al período desfavorable. La longitud del día puede también afectar al color del futuro adulto (polimorfismo estacional).
Entre los factores bióticos —o de naturaleza viva— el más importante es la alimentación, que es la principal fuente de energía. Dado que las mariposas y las polillas son organismos heterotróficos, dependen del alimento que produzcan otros organismos vivos, sobre todo de las plantas.
Las plantas constituyen el alimento de algunos individuos adultos y de las orugas. Solo ocasionalmente las orugas se alimentan de animales o de productos de animales tales como plumas, pelos o restos de animales muertos.
Qué comen las mariposas
En cuanto a la alimentación de la mariposa, los lepidópteros se dividen en tres grandes grupos: polífagos, oligófagos y monófagos. Vamos a verlos con detalle a continuación.
- Las mariposas polífagas no son especialmente exigentes y se alimentan de muchos tipos de comestibles. En el caso de las orugas sería mucho más largo citar la lista de plantas qué comen que la lista de plantas que no comen. Por ejemplo, las orugas del conocido Silver y Moth (Autographa gamma) se encontraron o se criaron experimentalmente en más de 200 especies de plantas pertenecientes a 51 familias de plantas diferentes.
- Las mariposas oligófagas presentan unas necesidades más específicas y se alimentan solo de algunas especies de plantas correspondientes a una sola familia e incluso a un solo género. Otras veces la oligofagia se encuentra limitada ecológicamente, por ejemplo, la dieta consiste solo en varias plantas acuáticas, varias especies de líquenes de árboles, plantas con tallos huecos, bulbos o tubérculos. No existe una línea divisoria claramente definida entre polifagia y oligofagia.
- Las mariposas manófagas son los lepidópteros más altamente especializados. Se alimentan de un solo tipo de comida —de una sola especie de planta o incluso de una determinada parte de la planta—, por ejemplo, yemas, frutas, hojas o solamente una parte de las hojas. La monofagia explícita es relativamente poco frecuente pero es típica de algunas familias como Coleophorídae, Sesiidae y Lithocolletidae. Como toda especialización, la monofagia es un arma de doble filo. Aunque a veces permite a la especie utilizar un suministro de comida que otros organismos no pueden consumir, cuando desaparece la planta huésped la especie desaparece con ella (se extingue).
Adaptación de las mariposas
En su mayor parte, las adaptaciones aparecen como reacción ante las presiones del medio ambiente. La resistencia al frío y la tolerancia frente a un entorno húmedo o seco son el resultado de un proceso de selección natural como respuesta al medio externo.
Otras adaptaciones demuestran de qué manera característica las mariposas y polillas se defienden tratando de esconderse de sus enemigos. Muchos noctuidos y geométridos imitan el fondo de plantas y animales en el que se encuentran.
Muchos son imposibles de distinguir entre, por ejemplo, liqúenes, el tronco de los árboles, rocas o suelo. Las orugas de los geométridos, notodóntidos, noctuidos y otras polillas tienen aspecto de ramas con yemas, trocitos de ramas, agallas u hojas retorcidas. Con frecuencia, las mariposas y polillas imitan, en forma y color, a insectos muy temidos y rehuidos por los depredadores.
Depredadores de las mariposas
Como en el resto de los insectos, la capacidad reproductora de mariposas es inmensa. Normalmente, la hembra pone cientos de huevos, y algunas especies ponen hornadas de varios miles. Si todos estos huevos llegaran a adultos, sobrepasarían muchísimo a la generación de los padres.
En los casos que presenten dos o más generaciones al año, el número de descendientes llegaría a millones e incluso billones. Esto, sin duda, sería una catástrofe: con tantas orugas no quedaría una sola hoja verde en el campo. Aunque estos desastres ocurren de vez en cuando, generalmente no se dan explosiones demográficas ya que la naturaleza cuenta con los medios suficientes para controlarlas.
Para mantener una densidad de población similar a la de la generación parental, solo pueden desarrollarse dos individuos adultos capaces de reproducirse de cada hornada. El resto debe morir. Por consiguiente, la tasa de mortalidad total de la descendencia está cerca del 100 por 100.
Durante el desarrollo natural, los individuos sufren un drástico exterminio. Las condiciones climáticas desfavorables encabezan la lista de las causas de la muerte de estos individuos: muchos gusanos jóvenes mueren debido a fuertes lluvias que los arrastran y aniquilan y otros no sobreviven a cambios bruscos de temperatura.
Además, los gusanos u orugas constituyen el alimento de otros muchos animales. Las aves matan a gran cantidad de ellos, en especial cuando están alimentando a sus pequeños. Las orugas del suelo caen bajo los mamíferos insectívoros como topos, musarañas y erizos.
Algunos animales de rapiña, como el zorro, el tejón y el oso, consideran a una oruga gordita un sabroso bocado. Generalmente, se considera que los ratones son nocivos, pero, además de plantas, también consumen gran número de crisálidas de mariposas y polillas.
Los insectos depredadores corno las cucarachas del suelo matan a muchos gusanos. Asimismo, pueden ser atacados por parásitos como la larva de ichneumónidos, bracónidos o larvavóridos.
Y por último, como todos los animales, las mariposas y polillas sucumben al ser atacadas por numerosas enfermedades durante su desarrollo. Los hongos y bacterias pueden atacar a los huevos. Las orugas pueden morir debido a infecciones víricas, diversas enfermedades alimentarias u hongos.
La crisálida puede ser atacada por hongos y otros microorganismos. Junto a las aves, los murciélagos se cuentan entre los mayores enemigos de los lepidópteros adultos, sobre todo las polillas nocturnas, a las que cazan en gran número.
Plagas de mariposas y orugas
Sin embargo, de vez en cuando, por una razón u otra, fallan las fuerzas reguladoras naturales y entonces la mortalidad de la descendencia se reduce. Si esto persiste durante varias generaciones sucesivas, se produce una explosión de la población de la especie, llamada gradación.
En la primera fase aumentan la densidad de población, pero cuando alcanza su punto máximo comienza a decrecer. Este decaimiento se debe, por un lado, al aumento del número de parásitos y depredadores en respuesta a la abundancia, y, por otro, por la muerte debida a las diversas enfermedades que contraen los gusanos hambrientos cuando han terminado con todo el alimento disponible.
Después de un tiempo todo vuelve a la normalidad pero los daños que ha sufrido la vegetación a causa de la explosión demográfica de la especie tardan mucho tiempo en subsanarse. Cuando la explosión incide también sobre campos de cultivo, el propio hombre se convierte en víctima de los perjuicios.
La producción está en peligro, la cosecha puede disminuir o puede estar completamente destrozada. No hace tanto tiempo (en 1977), en la zona norte de Alemania hubo una explosión de Agrotis Segetum Den. et Schiff. que destruyó varios millones de hectáreas de patatas, caña de azúcar y verduras.
En los años sesenta, la Autographa gamma proliferó de la misma manera, la polilla Charaeas graminis causó la defoliación de la vegetación de prados y montañas, y en los últimos años la Tortrix viridana y la Eraríais defoliaria han hecho estragos con frecuencia deshojando los bosques de robles.
Los árboles frutales son víctimas de las explosiones de las orugas de la Operophtera brumata, de la Euproctis chrysorrhoea y la Malacosoma neustria. Todos los años las orugas de la Cydia pomonella causa daños a las manzanas.
Asimismo, algunos lepidópteros específicos perjudican las viñas, el maíz y otros cultivos. Incontables microlepidópteros se alimentan de bienes almacenados, tejidos, etc. A pesar de ello, en número muy superior a éstos están las innumerables especies que no causan ningún daño, en las que apenas reparamos y que, modestamente, juegan algún papel en el complejo ciclo de la naturaleza y en muchas cadenas alimentarias.
Además de todo ello enriquecen la vida humana con su belleza, así como contribuyendo a mantener el equilibrio de la naturaleza y por tanto un entorno saludable.
Coleccionismo de mariposas
El decreciente número de mariposas y polillas silvestres sugiere que los días en que se capturaban libremente han pasado y que hacer colecciones estereotipadas de lepidópteros grandes se ha convertido en un anacronismo indeseable. La mera escasez de muchas especies ha dado a entender que las mariposas y polillas deben estar protegidas más que ser coleccionadas y deberían cogerse solo excepcionalmente, fundamentalmente con objeto de estudiarlas.
Los amantes de la naturaleza podrían estudiar las familias que hayan sido menos investigadas hasta ahora, en especial el grupo de microlepidópteros, especies parcialmente conocidas, estadios larvarios (sobre los que se sabe muy poco), ciclos vitales y detalles de interés o incluso las complejas leyes de vida de especies determinadas.
Pueden realizarse gran número de observaciones sin matar a los insectos y, si fuera necesario, cazar algún espécimen de vez en cuando para poder examinarlo con detenimiento, ¿por qué no liberar la mariposa una vez concluida la clasificación?
Los grandes avances en la tecnología fotográfica ofrecen posibilidades sin precedentes de “captar» mariposas y polillas en color en su hábitat natural, sobre flores y plantas, en movimiento, así como realizando otras actividades, y de esta forma crear colecciones inimitables que pueden ser utilizadas para ilustrar libros, así como para continuar estudiando.
Pero, en primer lugar, ¿dónde y cuándo debe uno ir a ver lepidópteros en libertad? Los naturalistas interesados no solo en mariposas sino también en polillas pueden observar algunas especies prácticamente en cualquier época del año, dado que determinados tipos de polillas todavía vuelan en las profundidades del invierno.
Por supuesto, la época en que hay más mariposas y polillas revoloteando sobre bosques, prados y húmedos valles con exuberante vegetación es a finales de primavera y verano. Algunas especies pueden incluso encontrarse en las montañas adiándose durante la breve estación de floración.
Existen varios tipos de redes entomológicas para facilitarle coger mariposas. El cazamariposas estándar tiene una red larga en forma de bolsa, fabricada con red de mosquito, organdí o algún otro tejido fino atado a un anillo metálico de 30 a 45 centímetros (12-18 pul.) de diámetro. El anillo va unido a un palo de madera o metal.
Muchas polillas nocturnas —sobre todo geométridos y noctuidos— son irresistiblemente atraídas hacia la luz. Los rayos ultravioletas en especial ejercen un efecto extraordinariamente fuerte y, por tanto, la luz de una lámpara de vapor de mercurio atrae a un número de polillas muchísimo mayor que la bombilla de luz eléctrica comente.
La fuente de luz se sitúa en frente de una sábana blanca para aumentar el efecto de la luz y pronto acudirán gran cantidad de polillas, revoloteando en las cercanías, acomodándose en el suelo, hierba y sábana, o moviéndose por la sábana. El cebo solo atrae a aquellos lepidópteros que se alimentan. Las especies que presentan piezas bucales degeneradas no pueden ser capturadas por este método, pero es un método excelente para capturar muchos tipos de polillas.
Como cebo se utiliza un líquido fermentado o con olor dulce. El más recomendado es cerveza brevemente hervida con un poquito de miel cubriendo varios trocitos de manzana. Los trozos de fruta se atan a una cuerda y se sumergen en este líquido y se cuelgan de las ramas de los árboles y de los matorrales. El cebo se cuelga o se disemina por la tarde ya que las polillas aparecen en mayor número poco después del anochecer.
Los lepidópteros hembras vírgenes pueden utilizarse también de una curiosa manera porque las hembras recién salidas del huevo emiten un olor particular que atrae al macho. Esto se debe a unas sustancias químicas que reciben el nombre de feromonas y permite que los dos sexos se localicen con mayor facilidad.
Las hembras que se utilizan como cebo se crían generalmente a partir de orugas. Al propio tiempo la hembra virgen se lleva a un lugar donde es probable que aparezca la especie. Se mete en una jaula de forma que los machos que llegan no puedan fertilizarla, ya que entonces perdería inmediatamente su capacidad de producir el olor de la feromonas y por tanto también el poder de atraer al sexo opuesto. Este método se puede utilizar para capturar aquellas especies a las que pertenece la hembra, dado que estos olores sexuales son muy específicos.
Cría de mariposas
Cultivando mariposas y polillas, el coleccionista obtiene especímenes perfectos que no han sufrido ningún daño y además aprende con detalle sobre la vida de las respectivas especies, sus diversos requerimientos en cuanto a alimentación, temperatura, humedad, etcétera.
Las orugas son interesantes, coloreadas con gran variedad y provistas de protuberancias peculiares que les confieren formas extrañas que pretenden parecerse a diferentes objetos. Aprender acerca de las orugas es tan importante como aprender sobre los individuos adultos.
Los huevos para la cría se pueden obtener de una hembra que ha salido de una pupa recogida en su propio jardín o de algún amigo. Cultívelos mientras observa cómo se transforman en pupa.
Las pequeñas orugas saldrán de los huevos tras varios días o semanas. Al principio éstos se guardan en pequeños contenedores. Luego en receptáculos más grandes de cristal o plexiglás o en grandes cajas-criaderos con los laterales confeccionados con finas mallas de alambre.
En la cría de orugas es preciso suministrarles alimento prácticamente a diario. Quitarles los excrementos que pronto se enmohecen y pueden ser un foco de infección. Mantener la humedad adecuada (ni muy baja ni muy alta) y la temperatura correcta en el interior de la caja. A baja temperatura (entre 10 y 15 °C), el desarrollo de las orugas tarda mucho tiempo.
A temperaturas extremadamente altas (por encima de los 25 °C) y elevada humedad se acelera el desarrollo. Pero, aumenta el riesgo de infección, que significa la muerte segura de las orugas. Por consiguiente, la pérdida de todo el cuidado y esfuerzo del coleccionista durante varias semanas. La exposición directa a la luz del sol es igualmente perjudicial, sobre todo si las orugas se tienen en receptáculos herméticos, por ejemplo, de cristal.
Cuando el desarrollo de las orugas se acerca a su fin, es necesario dotarle de las condiciones apropiadas para la formación de la crisálida o pupa. Algunas orugas tejen un capullo en un rincón de la caja o cámara de incubación. Otras necesitan una capa de tierra donde hacerse una celda para su transformación. Y, otras requieren serrín, papel suave u otros materiales para construir un capullo adecuado.
La crisálida no requiere cuidados especiales. Todo lo que necesitan es que se les rocíe de vez en cuando con un poquito de agua y que se les deje en condiciones naturales durante al menos unas pocas semanas en invierno. No deben sacarse nunca del interior de los capullos ya que éstos les proporcionan el mejor microclima.
La recompensa del coleccionista por todos sus esfuerzos será un espécimen adulto perfecto, con frecuencia con su coloración original, que en condiciones naturales desaparece tras el primer corto vuelo. Así, por ejemplo, el Hemaris tityus y el Hemaris fuciformis, cuando salen, tienen las partes translúcidas de las alas cubiertas de escamas.
Mariposas en peligro de extinción
En las últimas décadas, el número de mariposas ha decrecido ostensiblemente, sobre todo en los países desarrollados en agricultura e industria. Esto se manifiesta claramente en las mariposas.
Hoy día, en las zonas destinadas al cultivo intensivo, apenas si se puede ver alguna Mariposa de la Col. Los campos de flores de trébol con ninfálidos, piéridos y macaones revoloteando al azar son algo que hace tiempo pertenece al pasado. Se estima que todavía en los años 40 abundaban en Europa central unas 45 especies de mariposas de campos y prados y unas 25 especies de bosque. Actualmente se puede decir que solo unas 10 u 11 especies abundan en los prados y aproximadamente nueve especies en los bosques. E incluso estos números siguen decreciendo.
Prácticamente, todas las demás especies se han convertido en algo excepcional. Solo algunas pocas se han adaptado a los campos de cultivo. El uso de agentes químicos para proteger a las plantas ha sido la causa de los mayores estragos.
Por desgracia, cuando se pulverizan o fumigan los campos para erradicar la aparición de alguna plaga agraria destructiva, los bosques pueden verse también afectados. Con frecuencia, los finos polvos o llovizna venenosa no solo cae en las zonas cultivadas, sino que es arrastrada a otros lugares. Hoy en día en las colinas floridas y en los setos floridos no hay ni rastro de las zygaenas, fritillarias y satíridos que solían descansar en la escabiosa o viuda silvestre y en el serpol.
El decreciente número de prados y la desecación de los campos húmedos ha tenido un efecto desfavorable en la vida de los insectos. Cada vez hay menos flores en los campos recultivados y altamente fertilizados y por consiguiente menor alimento para mariposas y polillas.
Otra catástrofe para los lepidópteros es el quemar anualmente la vieja hierba en primavera. Con la hierba quemada se destruyen también los huevos, gusanos y pupas de mariposas y polillas, así como otros insectos de interés.
En el caso de muchas especies, la razón más importante para que disminuyan en número es su incapacidad de adaptarse a los bruscos cambios que sufre su entorno. El hombre destruye a menudo biotopos enteros y altera el campo de tal forma que lo hace inviable. Algunas especies, indirectamente, desaparecen debido a estos cambios al desaparecer las plantas de las que se alimentan.
Actualmente, muchos países, y sobre todo en Europa, cuentan con los llamados Libros Rojos de especies en peligro —no solo mariposas y polillas, sino también otros animales—. Las especies en extinción están protegidas por la ley. Los ciudadanos de ideas conservativas manifiestan cada vez más su justificada protesta contra la caza de mariposas y polillas no solo para recordárnoslo o por razones puramente comerciales.
Algunos de los grupos interesados y organizaciones conservativas están incluso intentando criar mariposas en cautividad. Esto satisfaría la demanda del mercando de determinadas grandes especies y prevendría la captura de especies silvestres. La puesta en libertad de los individuos cultivados en cautividad, su vuelta al campo, podría también fortalecer las poblaciones naturales en peligro.
El hombre está obligado a preservar en este planeta la mayor riqueza posible de plantas y especies animales. A su manera, constituyen monumentos históricos creados por la naturaleza hace millones de años. Sería triste que, en el caso de unas criaturas tan maravillosas como las mariposas y polillas, tuviéramos que presenciar su extinción.
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