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Lhasa Apso: Origen e Historia

Esta raza es originaria del Tíbet y estos canes se consideraban augures de la buena fortuna. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos el origen e historia de la raza Lhasa apso.

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Origen de la raza Lhasa Apso

Sin duda el Lhasa apso es una de los perros con más historia. Esta raza, de cuya existencia se tienen datos que se remontan a hace miles de años, es originaria del Tíbet. Durante siglos se conservó en el aislado entorno del Himalaya y recibió el nombre de la ciudad santa de Lhasa. Donde los monjes budistas tenían a sus perros como guardianes de los templos.

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Una vez que el país se abrió al exterior (principios del siglo XX), a través de las expediciones geográficas y comerciales, algunos de estos perros empezaron a llegar a Occidente. Donde la raza se ganó un lugar destacado entre los aficionados casi de inmediato, sobre todo debido a su espectacular apariencia.

Animal sagrado para la tradición tibetana, se convirtió en objeto de regalo a grandes dignatarios como símbolo de buena voluntad y de buenos augurios. Se podría decir que el Lhasa apso es algo más que un perro, ya que su historia está estrechamente ligada tanto a la religión como a las tradiciones tibetanas.

De hecho, este can llegó a tener la consideración de animal sagrado y durante muchos años su crianza fue un privilegio sólo permitido a los nobles y a los monjes. Estos pequeños perros tenían libre acceso a todas las estancias de los templos y de los monasterios, y solían estar íntimamente unidos a un solo dueño, hasta el punto de que cuando éste moría, su perro era enterrado junto a él para así poder acompañarlo en el viaje de la reencarnación, de acuerdo a las tradiciones de la religión budista.

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A los primeros extranjeros que visitaron el Tíbet ya les llamó la atención aquella pequeña raza canina. De tan hermoso pelaje que vivía junto a los monjes y en los palacios más ricos de la ciudad. Pero durante muchos años, les fue imposible hacerse con ninguno de ellos debido a que su venta estaba prohibida. Se consideraba un serio delito hacer transacciones con ellos o sustraerlos de sus legítimos dueños.

Los Lhasa apsos eran, además, considerados como portadores de la buena suerte para sus amos y para la casa en la que habitaban. Este hecho los hacía aún más preciados y dignos de las mayares atenciones. Así, no fue hasta principios del siglo XX cuando algunos ejemplares de la raza empezaron a abandonar el país y llegaron a otros lugares del mundo. La mayor parte de las veces fruto de regalos de buena voluntad.

Así sucedió con los ejemplares con los que el decimotercer dalái lama obsequio al expedicionario norteamericano Charles Suydam Cuttíng. El cual, en 1933, llevó los primeros Lhasa apsos hasta Estados Unidos. Al Reino Unido, en cambio, los primeros ejemplares llegaron acompañando casi siempre a diplomáticos y militares que prestaban servicio en la zona.

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El lhasa apso era considerado un perro de buena suerte

Y es que, de hecho, como estos canes se consideraban augures de la buena fortuna, su regalo era muy apreciado por quienes lo recibían y solo se les hacía este obsequio a personas que verdaderamente se creía que eran merecedoras de muy alta consideración.

Hay constancia de la importación a las Islas Británicas de perros tibetanos desde mediados del siglo XIX, pero como se usaban diferentes denominaciones para referirse a ellos, tales como terrier del Tíbet, terrier de Lhasa o terrier de Buthan, esto dio lugar a cierta confusión acerca de si se trataba de ejemplares de una raza o de otra.

Tampoco ayudan en este sentido las descripciones que se hicieron de tales canes, pues reflejan claramente que se trataba de perros diferentes. Además, su impacto en la floreciente cinofilia británica no fue demasiado importante; al menos fue menor que el que supuso la llegada de nuevos ejemplares en el siglo siguiente.

En efecto, recién estrenado el siglo XX, Inglaterra ocupó el Tíbet, país al que había forzado poco antes a cerrar un acuerdo de comercio bilateral con la India. Este acuerdo que era totalmente desfavorable al pequeño país himalayo.

Con la excusa de la creciente relación tibetana con la Rusia zarista, una de las grandes potencias europeas y cuya influencia en Asia era objeto de permanente atención por parte del Gobierno de Londres. De esta manera, la relación de los altos oficiales británicos, y sobre todo de sus esposas, con los monjes y sus perros fue cada vez mayor. Hasta el punto de que recibieron algunos ejemplares de la raza como regalo de buena voluntad.

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En 1907 llegó a Inglaterra procedente de Shigatse un macho de Lhasa apso llamado Rupso. Ganó el título de primer campeón de la raza y consiguió además el récord de haberse presentado y haber ganado como raza en la exposición de la Ladies Kennel Association durante cuatro años consecutivos. Rupso, que murió en 1917 y cuyo cuerpo se conserva disecado en la sección de Historia Natural del Museo Británico, medía 25 centímetros a la cruz. Fue considerado durante muchos años el fiel reflejo del estándar de la raza.

En 1921, un médico indio recibió como regalo una pareja de Lhasa apsos por parte de un agradecido paciente. Pero, prefirió entregárselos a un oficial del ejército británico. Este oficial los puso en manos su esposa, y estos perritos acompañaron al matrimonio hasta Inglaterra.

Asimismo, otros ejemplares famosos fueron la pareja de Lhasas que los monjes del monasterio de Ghangar regalaron al conocidísimo sherpa Tenzing Norgay. Quien acompañó a sir Edmund Hilary en su ascensión al Everest. De hecho, aquella ofrenda llevó a Tenzing a convertirse en un o conocido criador de la raza.

El año 1934 se constituyó en Inglaterra una asociación de razas tibetanas y gracias a su trabajo empezó a diferenciar entre los distintos perros incluidos dentro de este grupo. También ese mismo año se redactó el primer estándar oficial de la raza, que trataba de homogeneízar un tipo que a día de hoy continúa siendo muy variopinto.

En efecto, cuando el Lhasa apso parecía afrontar una etapa de crecimiento y de esplendor, estalló la Segunda Guerra Mundial. La cual supuso un freno, drástico a su expansión y, de hecho, la raza estuvo incluso a punto de desaparecer. Se necesitaron varios años para que pudiera recuperarse. Por aquel entonces habían llegado algunos buenos ejemplares a la Alemania de Hitler y lo habían hecho acompañando a los miembros de la expedición nazi que viajó al Tíbet en 193S y 1939.

Cuando por fin acabó la guerra, se pudieron reanudar las importaciones de esta raza. Pero, fue por muy poco tiempo, ya que en la década de 1950 el Gobierno de la República Popular China cerró las fronteras tibetanas a cal y canto. Esto impidió la salida de ningún perro más.

A pesar de esta drástica actuación, afortunadamente para entonces la raza ya estaba establecida de pleno tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, países que se acabaron convirtiendo en los focos de desarrollo y expansión del Lhasa apso.

En años posteriores, a estos dos países los acompañaron otras potencias cinófilas de la talla de Australia o de los países escandinavos, entre otros. Y en la actualidad ésta es una de las razas más populares de entre todos los perros de compañía. No es nada difícil ver ejemplares en las calles de ciudades de todo el mundo. Además, ocupa un lugar muy destacado en los rankings de las exposiciones caninas más importantes del mundo.

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