El spaniel continental enano es una raza antiquísima. Existen representaciones de este perro, que datan de hace más de 700 años. Afortunadamente, se ha podido documentar toda la evolución y los cruces que han influenciado a esta bella mascota. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos el origen e historia de la raza Spaniel continental enano.
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Origen de la raza Spaniel Continental Enano
Según parece, de las dos variedades de la raza, la papillon y la phaléne, la original era esta última, la de orejas caídas, a la que durante muchos años se conoció simplemente como spaniel enano. Por fortuna, la evolución de este can puede ser seguida de manera muy fiable a través de las representaciones artísticas. Son numerosos los ejemplares de spaniel continental retratados por las escuelas pictóricas italianas de los siglos XIII al XV.
Esto es así ya que durante el Renacimiento era muy habitual pintar a las damas de la alta sociedad con sus perritos en el regazo. Y gracias a estas muestras se ha podido apreciar que había una extraordinaria similitud entre los spaniels de Francia, los de España o los de Italia.
Esto evidencia que entre ellos existe una relación. Refuerza la idea de que en realidad se trataba de una misma raza de compañía y de lujo habitual, en las más distinguidas casas europeas. Extendida por todo el territorio debido a que entre las personas de la nobleza de diferentes países se solía dar el intercambio y el regalo de estos cachorros.
Tal vez esa también sea la causa de que la Federación Cinológica Internacional en su momento bautizara la raza como spaniel «continental» enano, pues, a pesar de otorgarle el patronato compartido del estándar a Francia y a Bélgica, se consideró que ésta es una raza genuinamente europea, algo en verdad raro, ya que no se da ningún caso similar dentro de un catálogo de casi trescientas cincuenta razas.
Historia de la raza Spaniel Continental Enano
El perro original tenía las orejas caídas. Con el paso de los años, empezaron a aparecer también individuos con las orejas erectas, los cuales enseguida se ganaron el favor de los aficionados. Tanto fue así que se llegaron a reconocer como una variedad diferenciada, bautizada con el sobrenombre de papillon, que en francés significa «mariposa». Se debe a la semejanza entre la figura formada por la cara y las orejas de este perro con muchos tipos de lepidópteros de alas grandes.
La variedad de orejas caídas y colgantes, en cambio, recibió el nombre de otro tipo particular de mariposas llamado phaléne (falena, en español). En algunos países ambas variedades no sólo se consideran como una sola raza sino que se cruzan entre sí sin mayores problemas. Y, sin la necesidad de requerir el permiso pertinente por parte del club de la raza o de la sociedad canina central en cuestión.
No obstante, la Federación Cinológica Internacional, y con ella todos sus países miembros, advierte acerca de los problemas que pueden conllevar los cruces entre estas dos variedades. Especialmente en cuanto al porte de las orejas se refiere, pues es posible que el individuo resultante sea un ejemplar con las orejas semierectas, de modo que se pierda toda la distinción particular y característica de cada uno de los dos tipos.
Las razas que dieron lugar a la formación de este simpático perro son fruto de muchas y diversas especulaciones. En el panorama europeo se sabe que desde la época de la Grecia clásica, o incluso antes, existen razas caninas de compañía, pero muchas de ellas se extinguieron sin dejar rastro, y en la Edad Media. Esta etapa fue realmente dura y difícil en Europa, tan sólo tuvieron cabida los perros utilitarios. Es decir, los que servían para la caza, la guarda o el pastoreo, ya que aquella sociedad no dejaba margen para el ocio.
No obstante, cuando llegó el Renacimiento surgió una clase social dedicada al cultivo de las artes y con suficiente tiempo libre disponible para disfrutar de sus casas y de otros pasatiempos. Esto le permitió volver otra vez hacia la tenencia de animales domésticos sólo por el puro placer de su compañía.
En cambio, en Asia, en concreto en China, la vida transcurrió durante siglos con un ritmo más pausado y con una visión de las cosas mucho menos violenta que en Europa. Por lo cual, la presencia de perros pequeños de compañía en palacios y monasterios se mantuvo de forma continua, sin ninguna interrupción.
Fueron precisamente algunos de estos perros los que más tarde viajaron hasta Europa acompañando a comerciantes y viajeros, como al mismísimo Marco Polo, y los que, a buen seguro, ejercieron su influencia en el desarrollo de las nuevas razas de compañía europeas.
Fue también por aquella época cuando empezaron a aparecer versiones miniaturizadas de galgos, grifones, bulldogs, terriers, etcétera. Y, algo similar sucedió con diferentes razas de caza, entre otras con los perros llamados «spaniels», apelativo con el que se empezó a conocer a las razas venidas u originadas en España y que después se extendieron por toda Europa.
El entusiasmo con el que estos pequeños perros fueron recibidos en las diferentes cortes europeas hizo que se despertara un enorme interés por su cría y selección. Sin duda, se debieron de utilizar diferentes razas para reducir el tamaño de los animales, afinar sus rasgos y corpulencia, y mejorar la calidad de su pelo, pero, por lo que parece, como base de la cría siempre se tomaron spaniels, por lo que en los ejemplares resultantes no quedaron muchas trazas de las otras razas que habían intervenido en la cría.
Se dice que después de la conquista de América incluso se introdujo sangre de chihuahuas y que tal vez este linaje fue el responsable de la aparición de ejemplares con orejas erectas, aunque dicha teoría está poco fundamentada y carece de datos fiables que la respalden.
Uno de los momentos de mayor esplendor de la raza se dio en la corte francesa de Luis XIV, y reflejo de ello son los retratos de la familia real gala hechos por Mignard en los que sus componentes aparecen acompañados de sus pequeños spaniels de color blanco y rojo. Los perros de orejas erectas no empezaron a popularizarse hasta el siglo XVIII y se convirtieron a partir del siglo siguiente en la variedad de moda, hasta el punto de que desbancaron en popularidad al phaléne original.
También los colores fueron evolucionando con el tiempo y pasaron a darse diferentes tonalidades de amarillo limón, negro, plata, gris y rojo en forma de manchas uniformes siempre sobre un fondo predominantemente blanco.
Otro de los cambios que se dio a partir del siglo XIX fue que la raza, que desde siempre había estado muy ligada a la nobleza, empezó a abandonar los grandes salones y pasó a convertirse en un perro de gran popularidad entre los aficionados de la calle. Esta circunstancia ha garantizado su supervivencia, por encima incluso de la de algunas de las casas reales en las que se formó.
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