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Galgo Afgano: Origen e Historia

Su historia está plagada de leyendas y mitos que son difíciles de certificar. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos el origen e historia de la raza Galgo afgano.

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Origen raza Galgo Afgano

Como en casi todas las razas de galgos, hay que rastrear el origen del galgo afgano en el antiguo Egipto o, en todo caso, en Asia Menor. Una antigua leyenda dice que el galgo afgano fue el perro elegido por Noé para sobrevivir al Diluvio Universal en su arca.

Durante muchos años fue el favorito de los reyes y solo se regalaba a personajes ilustres. Antes de 1930 era imposible sacar ejemplares de Afganistán. Aunque fue conocido en Europa desde el siglo XIX por las obras y los relatos de los viajeros que frecuentaban aquel país. Entonces perteneciente al Imperio Británico.

lebrel afgano historia

En 1907 la presentación de un ejemplar llamado Zardin en una exposición de Londres desató el interés por este hermoso animal. La raza fue reconocida por el Kennel Club inglés en 1925. En la década de 1960 se afianzó su popularidad mundial.

Éste es uno de los lebreles más desconocidos de su familia y, al mismo tiempo, el de origen más antiguo, pues se sabe que está relacionado con el perro saluki y que proviene de los perros de este tipo llegados a la zona procedentes de Persia.

A lo largo de los años, la historia del galgo afgano estuvo cargada de misticismo y se lo mantuvo muy vinculado a las clases dominantes de su país de origen, pero cuando fue descubierto por los ingleses, éstos quedaron maravillados e hicieron todo lo posible por importar a su país aquel animal de espléndido pelaje, y de marcha y porte altivos y ligeros.

lebrel afgano origen

Dada su elegancia, pronto se convirtió en uno de los perros más populares del mundo y con más éxito en las exposiciones caninas. Los galgos o lebreles forman parte de una de las familias caninas más antiguas e ilustres, pues se han encontrado restos arqueológicos de perros de características muy similares a los galgos actuales con más de 10.000 años de antigüedad, a pesar de que parece que la domesticación de dichos animales, que eran cazadores rápidos y ágiles, no se produjo hasta unos dos milenios más tarde.

La zona fundamental en el desarrollo de estos perros fue la región de Oriente Medio y parte de Asia Menor, a cuyas condiciones geográficas y climatológicas se adaptaron a la perfección los primeros lebreles y donde se ganaron el respeto y el cariño de los cazadores y de los miembros de las clases más altas de la sociedad. Por otra parte, se conservan también restos egipcios de hace unos 6.000 años que muestran ejemplares de morfología muy parecida a los galgos actuales.

En cuanto al galgo afgano en concreto, su historia está plagada de mitos y leyendas que, aunque son difíciles de certificar científicamente, hacen aún más interesante, fascinante y hermosa la aproximación a esta raza tan especial. Hay quien dice que los representantes de los cánidos en el Arca de Noé fueron precisamente una pareja de galgos afganos, algo que, como es evidente, no se puede probar.

Lo cierto es, que desde tiempos inmemoriales este perro fue el favorito de los reyes y los grandes señores de Afganistán, y que su posesión estuvo reservada durante siglos a este tipo de propietarios. Hasta el punto de que su crianza y su venta estaban prohibidas y se castigaban con penas que podían llegar hasta la muerte.

El galgo afgano, era considerado el regalo más valioso entre todos los presentes que se pudieran recibir por parte de los reyes y, lógicamente, sólo se obsequiaba con él a los invitados más ilustres. En este sentido, ya en el siglo XX, este honor estuvo reservado a personajes de la talla de Indira Gandhi o el rey de Inglaterra, entre otros.

Se cuenta que un grave incidente diplomático entre Afganistán y Turquía fue provocado precisamente por un embajador turco que recibió un ejemplar de color negro como agradecimiento a sus servicios y dedicación en Afganistán, y que a su vuelta a Estambul lo vendió al zoo de la ciudad. Menospreciando así el altísimo valor que a este perro se le daba en su país de origen y, en consecuencia, las tradiciones y el honor afganos.

Las primeras representaciones de este can no llegaron a Europa hasta principios del siglo XIX. Y, fue gracias a los grabados de algunas obras escritas por autores enviados a la zona, que por aquellos tiempos estaba bajo dominio de la Corona británica.

Así, por ejemplo, data de 1857 la obra Dogs: Their Origin and Varieties, de H, D. Richardson, en la que se citaba la existencia de un galgo diferente a todas las variedades conocidas hasta el momento. De color predominantemente dorado, cubierto de un pelo largo y sedoso, y con una cola muy particular. El cual, además, era de una gran talla, pues podía superar en ocasiones incluso los 80 centímetros.

Y, a principios del siglo XX, el reverendo Bush editó una enciclopedia canina en la que relataba que Persia y Sistán, una región fronteriza entre los actuales Irán y Afganistán, eran las zonas donde se podían encontrar estos galgos de largo pelaje de color leonado y con la cara negra.

De hecho, con anterioridad al año 1930 era casi imposible sacar ejemplares de esta raza de Afganistán. Las pocas personas que habían conseguido hacerlo, lo hicieron corriendo un grave riesgo para su integridad física. Como el comandante John Barff, quien se llevó a Inglaterra un ejemplar de la raza llamado Zardin, que fue el primer galgo afgano presentado en una exposición canina. En concreto en la celebrada en 1907 en el Palacio de Cristal de Londres.

historia galgo afgano

Al parecer, también el general Mackenzie obtuvo a sus ejemplares Muckmul y Mooroo, con los que se retrató para el British Dog Magazine, pasándolos por la frontera hasta Rusia. En realidad, gran parte de los primeros propietarios extranjeros de la raza y la mayoría de sus importadores hacia la metrópoli eran militares y altos funcionarios de la Corona de Inglaterra que sacaban a sus perros del país cuando emprendían su viaje de regreso a casa.

Este fue el caso de Mary Amps, casada con un oficial inglés, quien crió galgos afganos durante su estancia en Kabul bajo el afijo mítico de Ghazni. En realidad, los Amps fueron los pioneros en la cría y selección de esta raza bajo criterios propios de la cinofilia moderna, y por eso ejemplares como Sirdar of Ghazni y Khan of Ghazni están en la base de la mayoría de las líneas actuales.

La raza, por tanto, había tenido una presencia esporádica y testimonial fuera de Afganistán gracias a los perros que trajeron estos militares y diplomáticos, y además muchos de los ejemplares eran de una calidad y pureza dudosas.

Pero la gran revolución se produjo en 1907 con la presentación en la Exposición de Londres del ya mencionado galgo afgano del comandante Barff, Zardin, un perro de cinco años que causó un enorme revuelo entre los aficionados británicos y dejó luía huella muy profunda en los certámenes caninos de la época, pues ganaba allí donde se presentaba.

Como había sido adquirido siendo ya adulto, Zardin conservaba su carácter indómito y aguerrido, lo que, unido a su espectacular belleza, con un manto abundante y muy largo, y a su gran talla, lo convertían siempre en el centro de atención indiscutible.

Como la raza aún no estaba reconocida como tal, a Zardin se lo inscribía siempre dentro de la categoría de “otros galgos”, pero pronto se lo empezó a llamar «galgo afgano» en virtud de su origen. Con el tiempo esta denominación quedó como la propia de la raza cuando hacia 1912 se redactó su estándar, para el cual fueron imprescindibles, precisamente, las fotos y descripciones realizadas de Zardin.

Dicho estándar fue reconocido oficialmente por el Kennel Club inglés en 1925, por lo que, a pesar de que la historia real de este can está ligada ancestralmente a la de una zona tan fascinante como Persia, la India y, sobre todo, Afganistán, su historia oficial como raza canina está muy conectada al Reino Unido y al trabajo llevado a cabo por los aficionados y criadores británicos.

Como sucedió con muchas otras razas caninas, la Primera Guerra Mundial supuso un duro golpe para la evolución y expansión de este perro. Pero el periodo transcurrido entre la finalización de esta contienda y el inicio de la Segunda Guerra Mundial fue fundamental para el galgo afgano. Pues, surgió una interesante disputa que acabó beneficiando y enriqueciendo el estándar de la raza.

En efecto, en 1921 llegaron a Inglaterra Jean C. Mansony el comandante G. Bill-Murray acompañados de una docena de ejemplares procedentes de la antigua región de Beluchistán, repartida entre Irán, Pakistán y Afganistán. Entre los cuales destacaba sobre todo la hermosa hembra bautizada Begún, de capa muy clara, a la que se había cruzado con otro perro mítico, Rajah, un gran cazador.

Ambos viajaron hasta el Reino Unido acompañados de ocho de sus cachorros y de otros dos ejemplares adquiridos por el comandante. Todos estos galgos llamaron enseguida la atención de los aficionados británicos. Eran de un tipo muy distinto al que se habían acostumbrado con Zardin, pues tenían menos pelo, una gran talla y una osamenta más reducida. Por lo que diferían bastante del tipo descrito por el estándar recién adoptado.

Además, poco tiempo después también regresó a Inglaterra el matrimonio Amps con sus ejemplares del criadero Ghazni. Y, Mary Amps proclamó que el suyo era el tipo correcto de la raza. Demostrando la similitud existente entre el mítico Zardin y su famoso macho Sirdar of Ghazni.

La guerra estaba servida, así que muy pronto los seguidores del galgo afgano se dividieron en dos grupos. Los partidarios de un tipo y los del otro, con constantes polémicas alimentadas por la prensa especializada de la época. Incluso se llegó a crear un nuevo club que defendiera un tipo frente al otro.

Historia galgo afgano

Por suerte, la intervención del mismísimo Kennel Club consiguió que no se extinguiera la raza, pero se inició entonces una carrera por ambos flancos para tratar de conseguir los mayores éxitos. Una competencia que propició, de paso, que la raza ganara en popularidad y se convirtiera en una de las más celebradas en las exposiciones. Luego, con el tiempo, ambas líneas empezaron a mezclarse. Y en pocos años, se consiguió una unificación en el tipo que, finalmente, acabó resultando esencial. Y, muy beneficiosa para el desarrollo internacional del galgo afgano.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial supuso un nuevo parón. Después de la misma se retomó la crianza y en pocos años se alcanzó el nivel anterior. E incluso se superó, pues logró su momento álgido muy pronto, en la década de 1960.

En la siguiente, en cambio, se empezó a notar un estancamiento y un descenso de la calidad de la crianza. Sólo se pudo solucionar a finales de ese siglo con la introducción en el Reino Unido de ejemplares importados de Estados Unidos, Escandinavia, Australia e incluso Sudamérica.

En la actualidad, la raza cuenta con ejemplares de altísima calidad en todo el mundo. Los focos más importantes de crianza se encuentran ubicados, además de en el Reino Unido, en Estados Unidos, España, Suecia, Chile y Australia Y, cómo no, los galgos afganos continúan triunfando en las exposiciones más importantes del mundo.

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