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Galgo Persa o Saluki: Origen e Historia

Esta raza es originaria de Oriente Medio y se le conoce como galgo del desierto o perro real de Egipto. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos el origen e historia de la raza Saluki o Galgo persa.

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Origen de la raza Saluki

Esta raza es originaria de la zona de Oriente Medio, una vasta región que se extiende desde Turquía hasta más allá del mar Caspio. Existen algunas controversias acerca de la historia y del origen de su nombre. Según algunos autores está relacionado con la dinastía helenística de los seléucidas.

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Éstos soberanos griegos reinantes en el antiguo imperio aqueménida tras la muerte de Alejandro Magno, son los responsables de la presencia de este can en Grecia. E impulsores en gran medida de la cría de lebreles para la caza. De hecho, se cree que los romanos conocieron la raza cuando conquistaron Grecia en el siglo n a.C., y desde allí la difundieron por todo su imperio. Otros autores, sin embargo, defienden la atribución de dicho nombre la ciudad siria de Saluq, donde parece que es originaria la raza.

En cualquier caso, todos los estudiosos coinciden en que el saluki es el perro real del antiguo Egipto. Y con toda probabilidad una de las razas de perro doméstico más antiguas del mundo, estrechamente emparentada con el galgo afgano, con el que comparte zona de origen y determinadas características morfológicas y temperamentales muy marcadas.

saluki origen

En Egipto existía la costumbre de sacrificar y momificar a este perro, el favorito de los nobles, para que los acompañase en su viaje a la eternidad. El hecho de haber hallado algunas de estas momias incluso en las tumbas de los faraones es una prueba clara del gran prestigio de la raza.

De hecho, incluso en la época posterior a la islamización de la zona, y a pesar de que los musulmanes creen que el perro es un animal impuro, los salukis siguieron siendo considerados como un “regalo de Alá”. Motivo por el cual no podían ser comprados ni vendidos, solo regalados en prueba de respeto y de amistad, o como muestra de gratitud.

Es más, cuando nacía algún ejemplar con una marca blanca en el pecho, los beduinos lo guardaban y lo cuidaban con mayor esmero aún porque pensaban que ese ejemplar estaba adornado con una marca llamada “el beso de Alá”, lo que lo hacía todavía más especial. Debido a esta consideración, a medio camino entre lo mítico y lo sagrado, los salukis podían dormir dentro de las tiendas de sus amos. Privilegio que no estaba al alcance de ningún otro animal.

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Precisamente debido a su vida nómada, acompañando a los beduinos a lo largo de rutas comerciales que abarcaban una región muy amplia que iba del mar Caspio al desierto del Sahara, la influencia de esta raza en el desarrollo de otros lebreles fue muy importante.

Pero, asimismo, también hizo que desde su origen se observara una gran variedad del tipo. Algo que, curiosamente, los aficionados de la raza no ven como una desgracia sino más bien como una característica deseable, por lo que muchos clubes de criadores han luchado, y luchan, para evitar que se produzca una homogeneización de la raza a escala internacional. E incluso en su estándar se defiende ésta tan deseada variedad del tipo.

De hecho, se podría decir que el saluki era un perro hecho a la medida de las necesidades de sus propietarios porque, en función de los terrenos donde vivía o del uso que se le fuera a dar, se podían ver ejemplares más grandes, más pequeños, más o menos corpulentos, de mandíbula más poderosa, etcétera.

historia saluki

Otra de las particularidades de la raza es que se puede encontrar con dos tipos de pelo diferente: la variedad denominada “con plumas”, la más conocida a escala internacional y considerada casi unánimemente la más hermosa, que luce unos bellos y delicados flecos en las orejas, la cola y la parte posterior de las patas.

Y la variedad “sin plumas”, que se caracteriza por un pelo muy corto y raso en todo el cuerpo. La función de estos flecos no está clara y es probable que no se trate más que de un resto genético heredado de algún antecesor, pues de hecho el clima de su zona de origen no es muy extremo y no obliga al perro a necesitar un manto más profuso.

Los ejemplares seleccionados exclusivamente para la caza y que se mueven en terrenos con zarzales y maleza carecen de dichas plumas, que aumentan las probabilidades de engancharse y provocar accidentes. Ésta es la razón que explica que en la actualidad la variedad sin plumas aún sea la preferida en muchos lugares de su zona de origen, aunque a escala internacional los salukis con plumas sean los favoritos, especialmente por aquellos criadores que presentan a sus ejemplares en exposiciones caninas de belleza.

La irrupción del saluki en Europa se produjo en la primera mitad del siglo XIX, cuando oficiales británicos destinados en el área del Kurdistán se llevaron consigo a sus mascotas de regreso a Inglaterra. Pero aquellos primeros ejemplares no despertaron un gran interés y hubo que esperar más de 50 años hasta que en 1895 Florence Amherst importó sus primeros salukis procedentes de los criaderos del príncipe Abd Allah de Transjordania.

Un reflejo de ello fue que en 1919, terminada la Primera Guerra Mundial, la National Geographic Society editó una magna obra, The Book of Dogs, en la que ya aparecía citado este can y se afirmaba que se trataba de una raza antigua, de las más peculiares y hermosas, y probablemente la que había permanecido más fiel al modelo original desde el inicio de su historia.

Asimismo, en esta obra se destacaba la sutil combinación de pelaje corto y muy apretado sobre el cuerpo con unos flecos largos y sedosos en orejas, cola, esternón y patas. También se mencionaba el hecho de que el saluki podía recordar ligeramente al galgo inglés, con la diferencia de que tenía el cuerpo más corto y las patas más largas, es decir, que su estructura no era tan rectangular, sino más cuadrada.

Otra de las figuras imprescindibles en el establecimiento de la raza a escala internacional fue el matrimonio formado por el general de brigada Frederick Fitzhugh Lance y su mujer Gladys. Quienes cuando regresaron de Sarona, donde estaban destinados, en el actual Israel, llevaron consigo una pareja de salukis con la que habían disfrutado practicando la caza de la gacela y del chacal.

Origen perro real del desierto

El matrimonio Lance y Florence Amherst decidieron trabajar de forma conjunta e iniciaron una campaña para el reconocimiento de la raza aprovechando que, a raíz del hallazgo de la tumba de Tu- tankhamón en 1922, en Inglaterra se había despertado un gran interés por todo lo que viniera de Oriente Medio.

Así, en 1923 fundaron el primer club de la raza, llamado Saluki or Gazelle Hound Club, y consiguieron el reconocimiento inmediato de la misma por parte del Kennel Club inglés. Tan sólo cuatro años más tarde, en 1927, el American Kennel Club hizo lo mismo, debido sobre todo a la rápida popularidad que la raza estaba alcanzando en Estados Unidos, donde ese mismo año se fundó el Saluki Club of America.

En este periodo de entre guerras se produjo un aumento de las importaciones y a Europa llegaron ejemplares de procedencia muy diversa: Bahréin, Egipto, Jordania, Irán, Irak… los cuales pasaron a formar parte de los stocks de cría en los criaderos más importantes de la época, junto a los ejemplares criados ya en Inglaterra.

Sin embargo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó un paro en primera crianza, pues se detuvieron tanto las importaciones como las exportaciones de salukis, y muy pocos criaderos pudieron sobrevivir a la contienda debido a las severas restricciones.

Afortunadamente, tras la guerra algunos militares volvieron a traer interesantes ejemplares desde su zona de origen y, por tanto, se pudieron reanudar los procesos de cría y selección de este maravilloso can. Los cuales no se han detenido desde entonces, generando espléndidos ejemplares en todo el mundo. Por ello, en la actualidad la raza goza de buena salud y no se teme por su desaparición.

Saluki su historia

En su origen, el saluki era un galgo seleccionado para la caza mediante la vista, puesto que debido a la naturaleza de los terrenos en los que se movía contaba con muy pocas posibilidades de seguir un rastro con el olfato. Y, además, debía ser un buen corredor de fondo y veloz, para no desfallecer durante los difíciles lances para los que se lo utilizaba.

De hecho, la forma tradicional beduina de caza con salukis era en conjunción con el halcón. Cuando el perro observaba que el halcón cambiaba su vuelo sabía que había avistado la presa. Entonces se dirigía hacia el lugar para iniciar una persecución hermosa, abierta y franca, cuerpo a cuerpo. Sólo el más rápido y fuerte salía vencedor.

Si el saluki era bueno, podía efectuar varios de estos lances, extenuantes, a lo largo de una misma jornada de caza. No mostraba nunca signos de cansancio y regresando siempre con el avituallamiento para su orgulloso amo. Hoy en día esta modalidad de caza ha caído en desuso y ha quedado casi como un espectáculo o exhibición. Pero el perro sigue conservando la misma fuerza, agilidad, resistencia y precisión que tanta fama le dieron desde su origen.

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