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Setter Inglés: Origen e Historia

El setter inglés es una de las razas de perros de muestra más antiguas que existen. Se sabe de su presencia desde el siglo XIV. Originado a partir de ciertos spaniels, al principio adoptó el nombre de setting spaniel o spa­niel de muestra. Su función principal consistía en mostrar al cazador dónde se escondían las aves. En CurioSfera-Animales.com, te contamos el origen e historia del setter inglés.

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Origen de la raza Setter inglés

El setter inglés es una de las razas de caza, concretamente de perros de muestra, más antiguas que existen, pues se tiene constancia de su existencia desde el siglo XIV. Originado a partir de cierto tipo de spaniels, en un primer momento se lo conoció con el nombre de setting spaniel, o spaniel de mues­tra. Su utilización era la señalar al cazador el lugar en el que se escondían las aves objeto de la caza.

La forma de trabajar de estos primitivos perros consistía en correr libremente por los valles por delante del cazador reconociendo de forma metódica y exhaustiva todo el terreno a su alcance. Una vez localizaban a la pieza, ralentizaban su marcha acercándose a ella y quedarse inmóviles en posición de muestra. La mayoría de veces señalando con una de las patas el lugar donde el pájaro estaba encamado.

procedencia setter inglés

Los cazadores, entonces, se aproximaban con sigilo y echaban sus redes en la zona de escapatoria de los pájaros, para, cuando los perros hicieran huir a las piezas en esa dirección, atraparlas con relativa facilidad. El uso de las redes en este tipo de caza de pájaros con perro se mantuvo hasta bien entrado el siglo XVIII.

En ese momento se empezó a popularizar el empleo de las armas de fuego, y que coinci­dió también con la generalización del uso de la palabra «setter» para denominar a estos perros. En un primer momento los setters eran propiedad de familias nobles y acomodadas que los tenían en sus residencias de campo y los criaban y seleccionaban por sus aptitudes para la caza.

Edward Laverack, el creador del setter inglés moderno

El setter inglés moderno debe su aparición a Edward Laverack, un miembro de la clase alta de la In­glaterra del siglo XIX. Como acostumbraba ocurrir entre la gente de su categoría social, era un gran aficionado a la caza y la pesca, y estaba obsesionado por conseguir el perro de muestra perfecto.

Así, acabó desarrollando su propia línea de sangre en el siglo XIX a través de un método de cría selec­tivo en el que utilizó la crianza entre ejemplares de la misma familia (inbreeding) o de la misma línea de sangre (linebreeding) de una forma que no había sido empleada hasta entonces. En realidad, aún hoy en día se conoce como setter de Laverack a cierto tipo de setters ingleses.

Por aquel entonces, en el primer tercio del siglo XIX, las líneas de sangre y el tipo de esta raza de perros estaban muy mezclados y eran bastante heterogéneos. El trabajo principal de Laverack consistió en buscar entre los diferentes criadores a los perros que más se asemejaban a su ideal. Así podría iniciar un proceso de cría selectivo y mucho más cerrado, en un intento de llegar a un tipo ho­mogéneo.

Su objetivo era conseguir un perro fuerte, resistente y con mucha pasión por la caza. Y es que durante la temporada los cazadores salían al campo a diario durante semanas en jornadas que a veces se prolongaban más de 10 horas sin descanso. Olfato, velocidad, valor, perseverancia y resistencia eran, pues, las virtudes que debían adornar al setter de Laverack.

La base de su cría se estableció a partir de dos ejemplares claves, la perra Old Moll y el macho Ponto. La obsesión por producir de manera repetida el tipo que tenía en su mente llevó a Laverack a cerrar cada vez más sus líneas.

De hecho, cuando introducía algo de sangre nueva nunca quedaba satisfecho con el resultado, de tal forma que volvía a la línea inicial. Como resultado fatal, al cabo de unos años sus líneas de cría tenían una consanguinidad tan grande que empezaron a pade­cer serios problemas de fertilidad.

Laverack fue autor de una de las obras más importantes de la raza, The setters, publicada en 1872, sólo cinco años antes de su muerte. Este libro está considerado como una obra fundamental en la raza, como una Biblia a partir de la cual se redactó el primer estándar oficial, que obtuvo el reconoci­miento oficial por el Kennel Club inglés al año 1873.

En la dirección contraria a lo que muchos cazadores y criadores pensaban, y algunos aún siguen pensando, Laverack llegó a la conclusión de que el color del manto no influía en las cualidades cine­géticas de los ejemplares de la raza. Y eso a pesar de que, según los terrenos y las virtudes de determinados perros, todavía se siguen manteniendo preferencias por un color u otro, aunque sin una explicación lógica o demostrable.

Richard Llewllin, el desarrollador de la raza

A partir de ejemplares procedentes del criadero de Laverack se establecieron luego muchos nuevos criadores. De entre todos ellos el que más destacó fue Richard Llewellin, quien se concentró en desarrollar su ideal de animal de trabajo a partir de la utilización de diferentes líneas de sangre de manera recurrente.

Llewellin era miembro de una familia adinerada y se gastó una fortuna en buscar y comprar los mejores perros disponibles para establecer sus líneas. Su base, los perros de Laverack, aportaban cosas muy buenas pero resultaban poco fértiles debido a la consanguinidad. Transmitían también muchas taras que tuvo que ir limpiando poco a poco.

Así, si la tarea de Laverack había resultado fundamental para la raza porque consiguió fijar un tipo en un momento de desarrollo en el que la heterogeneidad era la tónica habitual. El papel de Llewellin fue tan importante o más, ya que logró liberar a los setters de los problemas causados por el repetido cruce de individuos con parentesco muy cerrado.

Además, consiguió pulir muchas de las virtu­des de un perro de muestra que se había vuelto algo pesado y torpe. Por todo ello, el llamado «tipo moderno» del setter inglés es también denominado por muchos como setter Llewellin en honor del reputado criador.

De hecho, gracias al trabajo de este criador, y al de otros como William Humphrey, se consiguió unos años más tarde reafirmar al setter inglés como una de las razas de muestra más populares del mundo.

Una popularidad que no se limitó a su país de origen, sino que se extendió otros lugares como por ejemplo Italia, donde ésta es la raza que cada año inscribe el mayor número de cachorros en el Libro genealógico, por encima de otros perros mucho más mediáticos como el pastor alemán, el Yorkshire terrier o el propio Golden retriever.

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