Es sus orígenes esta raza, se empleaba para la lucha y diversión del pueblo. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos el origen e historia de la raza Bulldog inglés.
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Origen de la raza Bulldog inglés
Cuando los romanos llegaron a Britania, la actual Gran Bretaña, entre sus cuerpos de ejército había unos perros preparados para la guerra. Éstos no eran los únicos canes existentes en la zona. También los bretones, a quienes se enfrentaban, utilizaban unos canis pugnaces, o perros de combate. A los que se bautizó como “perros bretones de boca ancha”. La hipótesis más que probable es que estos animales constituyan la piedra angular sobre la cual se desarrollaron las actuales razas de molosos británicos. Ello, a partir de sus sucesivos cruces con los perros de los romanos y con alguna otra raza local.
Una vez establecida la dominación romana, estos perros “guerreros” dejaron de desempeñar su función habitual. Y, empezaron a ser empleados en determinados deportes de lucha para la diversión del pueblo y de los nobles. Dichas actividades, muy populares durante el reinado sajón, alcanzaron su máxima expresión con la llegada de los reyes normandos.
Los deportes de lucha en la arena se fueron diferenciando entre sí. Los criadores buscaron desarrollar en sus perros las mejores cualidades para cada tipo de lucha. Así, los canes que peleaban contra osos debían poseer una gran envergadura. Y un peso importante para poder enfrentarse a sus fuertes y poderosos rivales.
Mientras que los animales empleados en el bull baiting, o peleas con toros, como el bulldog inglés, convenía que fueran más ligeros y de menor talla para esquivar mejor las embestidas de las reses. Pero que contaran con una boca ancha y poderosa, y unas fosas nasales muy altas. Que les permitieran seguir respirando sin necesidad de soltar la presa.
Los bulldogs de mediados del siglo XVIII tenían una cabeza bastante más pequeña que la de los ejemplares actuales. Su hocico era más largo y contaban con patas más altas. Y, vistos de frente, resultaban considerablemente menos anchos. De hecho, su constitución se asemejaba más a la del actual american Staffordshire terrier o a la del bulldog americano (raza reconocida por el American Kennel Club). Y la raza permaneció así, inalterada, durante más de cien años.
Sin embargo, en 1835 se abolieron las peleas con toros, principal ocupación de estos canes, Y en el mundo de los deportes caninos se introdujeron nuevas variantes y modalidades que exigían el concurso de perros más rápidos. Así, los criadores empezaron a realizar cruces con diferentes tipos de terriers para dar lugar a nuevas razas. Se perdió parte del interés por el bulldog, que hasta ese momento se había erigido como una auténtica leyenda y había copado casi por completo la atención de los aficionados a los deportes de ring con perros.
Estas circunstancias provocaron un abandono en la cría de bulldogs. Raza que vio cómo su trono entre los aficionados a los perros era usurpado y compartido por otras razas nuevas. Y, cómo de ser considerada uno de los ejemplos de nobleza canina pasaba a asociarse con vagabundos y gente de clase baja.
Por lo tanto, este antaño magnífico perro de combate, épico héroe de notables veladas de lucha contra toros, se convirtió en acompañante de personas de muy diferente nivel social. Se vio alejado de sus principios originales. Entre los años de 1840 y 1850 la raza atravesó el peor momento de su historia. No obstante, al no requerirse ya con tanta urgencia unas cualidades físicas específicas, los criadores empezaron a preferir los ejemplares de menor talla, más cómodos de tener en casa y más fáciles de mantener.
También en esa época se produjeron los primeros cruces con carlinos en un intento de afianzar el tamaño más pequeño en la raza y de introducir en ella el color leonado, muy demandado por entonces. Este cruce influyó además en una cierta reducción en el tamaño de la cabeza, la fijación de las orejas en rosa, la prevalencia de la cola enroscada y la dulcificación del temperamento.
Un poco más tarde, hacia el año 1860, empezaron a organizarse las primeras exposiciones caninas en Inglaterra y fue entonces cuando la raza volvió a captar de nuevo la atención de los aficionados. Con algo más de corpulencia y un mayor tamaño, al introducirle sangre de perros alanos procedentes de España poco a poco este can recuperó el prestigio perdido.
Pero esta vez muy alejado de su leyenda como perro de pelea, pues su uso más notable desde principios del siglo XX, fue acompañar a sus propietarios. Como símbolo del orgullo y de las virtudes nacionales de Gran Bretaña. Reyes, nobles y políticos de diferentes épocas, como el famoso sir Winston Churchill, sucumbieron desde entonces a la tentación de hacerse retratar junto a un bulldog para dar idea de su compromiso con el país. Finalmente, en 1875 se fundó el club de la raza en Inglaterra, el más antiguo del mundo, que desde entonces ha sido el garante del éxito y de la promoción de esta raza única, singular e inconfundible.
Este organismo ha desempeñado un papel fundamental. Por ejemplo, cuando en 2008, a raíz de un documental difundido por la BBC en el que se cuestionaba la ética de los criadores de perros de pura raza y se insinuaba que el Kennel Club inglés no hacía nada por impedirlo. Se generó una importante polémica pública, que fue aprovechada por las asociaciones de protección animal para exigir que este asunto se investigara a fondo.
Gracias a dicha campaña se consiguió que al final el Parlamento inglés creara un grupo asesor que estudiara el caso. Como consecuencia, a lo largo de 2009 se modificaron los estándares de muchas razas. Su intento, enfatizar aspectos que, aunque en principio pudieran parecer estéticos, estaban estrechamente relacionados con la salud y el bienestar de los perros.
El bulldog inglés es una de las razas que más críticas ha recibido desde siempre debido a los derroteros que ha tomado su evolución a causa de la crianza de ejemplares demasiado exagerados. Y, como es lógico, su estándar fue uno de los primeros en ser modificados a fondo.
Las principales modificaciones que afectan a este can tienen que ver con evitar su sobrepeso, no fomentar ejemplares con dificultades respiratorias evidentes, como por ejemplo una respiración muy acelerada en el movimiento habitual o una respiración muy ruidosa. Y, reducir los casos de perros con una arruga excesivamente grande sobre la nariz, exceso de piel alrededor de los ojos, una nariz muy pequeña y problemas en los párpados. También, una cola atornillada y muy pequeña, o un movimiento atípico.
Todas estas características tienen que ser observadas tanto por los jueces como por los criadores de la raza para que, conjuntamente, se trabaje en la crianza del bulldog de acuerdo a los nuevos preceptos marcados por el estándar modificado. Es muy probable que todo ello lleve bastante tiempo y que el proceso de adaptación no resulte fácil, pero, desde luego, está claro que no es una situación ajena a la azarosa historia de esta maravillosa raza.
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