La historia del boyero de las Ardenas es muy interesante. A principios del siglo XX, se empezó a tomar conciencia de la existencia de esta singular raza. Rústica, alegre, muy trabajadora y cumplía a la perfección la función de perro pastor. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos el origen e historia de la raza Boyero de las Ardenas.
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Origen de la raza Boyero de las Ardenas
Como sucede con muchas otras razas, la el origen del boyero de las Ardenas está llena de contradicciones y de polémicas. Hay perros cuyos orígenes y ramificaciones los relacionan tan estrechamente con otros que nunca se llega a saber bien quién originó a quién. A veces, diferentes razas y variedades se han ido retroalimentando a lo largo de mucho tiempo hasta llegar a los perros que actualmente conocemos. Con lo cual es difícil seguir con exactitud la línea de evolución.
El boyero de las Ardenas, como raza «rara» y poco extendida, no tiene demasiados estudiosos interesados en descubrir su verdadero origen. Tal vez por ello, son mayoría los autores que se limitan a considerarlo un descendiente del Pastor de Picardía y del Boyero de Flandes. No obstante, hay también quien defiende que se trata de una raza anterior a éstas, geográficamente vecinas, y que, de hecho, influyó en la evolución de las mismas.
Tradicionalmente, en Bélgica se han utilizado durante siglos perros boyeros para que acompañen el ganado bovino, sin hacer demasiada distinción entre razas específicas.
En concreto en la región de las Ardenas, que se caracteriza por una gran profusión de maleza y por una marcada irregularidad del terreno, se hizo necesario que los boyeros que trabajaran allí fueran resistentes y muy ágiles. Además, de más pequeños y menos pesados que los de otras zonas. A pesar de ser un perro excelente en su labor de pastor, es una raza apenas conocida fuera de su país de origen.
De cualquier forma, sea como fuere, lo que las fotos de principios del siglo XX sí reflejan es que en aquella época el boyero de Flandes y el de las Ardenas, ambos belgas, tenían un gran parecido físico. Mientras en la actualidad el boyero de Flandes ha sufrido un gran cambio y una evolución importante, frente al de las Ardenas, que ha permanecido casi inalterado.
El boyero de las Ardenas no es el típico perro destinado a ser muy popular entre el gran público. Se trata de una raza puramente de trabajo. Y, son escasísimos los ejemplares que han salido de ese círculo para acercarse a la vida cotidiana o, incluso, al mundo de las exposiciones caninas.
Aún resulta muy raro ver ejemplares de la raza fuera de Bélgica, ni tan siquiera en las grandes concentraciones de perros, pero en su país natal, además de seguir desarrollando su labor tradicional, cada vez tiene más adeptos, sobre todo entre los practicantes de diferentes deportes caninos, y también está empezando a ser valorado como perro de utilidad.
Historia de la raza Boyero de las Ardenas
Raza absolutamente local, ha estado desde siempre circunscrita a una región pequeña y a un uso muy determinado. Lo que supone que, desde sus orígenes, el número de ejemplares, reproductores y líneas de sangre ha sido muy reducido.
Por un lado dicha circunstancia se puede considerar una ventaja, ya que la raza siempre ha permanecido ajena a los vaivenes de la moda y ha podido conservar todas sus características originales. Por otro lado, ha estado constantemente en un frágil equilibrio a la hora de garantizar su supervivencia. Durante la Primera Guerra Mundial, etapa muy dura en toda Bélgica, este perro vio muy diezmada su pequeña población y sólo sobrevivió gracias al empuje del orgullo nacional surgido en la Europa de los años veinte.
La decadencia definitiva del poderoso y asfixiante Imperio austrohúngaro y la caída en desgracia de Alemania hizo que en todos los rincones del continente europeo surgieran movimientos empeñados en ensalzar las diferencias y las características propias que dotaban de identidad a cada territorio. Cualquier rasgo cultural o antropológico servía para la causa, y las razas caninas no escaparon a dicha fiebre.
Así, el boyero de las Ardenas se vio beneficiado de estos nuevos vientos y vivió un periodo de auge y ensalzamiento, incluso se llegaron a ver ejemplares fuera del uso tradicional en las granjas de la región.
Dicho apogeo no fue más que un espejismo, un sueño que se truncó bruscamente con la Segunda Guerra Mundial, contienda que dejó la raza al borde de la extinción. Y, esta vez sí, casi fue olvidada por parte incluso de los granjeros y pastores ardeneses, quienes empezaron a utilizar otras razas más extendidas y populares. Así como, el boyero de Flandes, los distintos pastores belgas, el pastor de Briard e incluso el pastor alemán, que había proliferado por toda Europa de la mano del ejército nazi.
Por fortuna, en los años 80 del siglo XX, un grupo de cinófilos belgas inició un trabajo de recuperación de la raza. Buscaron por los campos de la zona y documentaron la existencia de perros pastores de características similares a las descritas en el estándar de la raza. Aunque, con claros signos de mestizaje.
Gracias a este trabajo se empezó a seleccionar a los perros de apariencia más pura, cruzándolos entre sí. Y, consiguiendo que se recuperara una raza considerada hoy, a pesar de seguir siendo muy minoritaria, un tesoro nacional.
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