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Carlino o Pug: Origen e Historia

El origen de esta raza es de Asia, pero se extendió por toda Europa, teniendo presencia en cortes y lugares influyentes. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos el origen e historia de la raza Carlino o Pug.

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Origen raza Carlino o Pug

Esta raza proviene de Asia y es muy posible que esté relacionada con los perros pequineses de pelo corto. A partir del siglo XVI llegó a Europa y se extendió por todo el continente.

Fue en el Reino Unido donde la crianza de este perro alcanzó su mayor auge y desarrollo, por lo que fue a este país al que se le dio el patronato de la raza. Su origen es remoto y hay que buscarlo en las casas imperiales asiáticas. En el siglo XVI, llegó a Europa y logró hacerse un lugar muy importante en las cortes más influyentes del continente. Hasta el punto de que hoy se ha convertido en una de las razas de compañía más populares en todo el mundo.

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Raza antiquísima, en la historia del Carlino la realidad y la leyenda se mezclan casi a partes iguales. Ya en el siglo VI antes de Cristo en algunos escritos de Confucio se hacía referencia a unos perros con un hocico corto y cuadrado, que, por lo que parece, se utilizaban más para la práctica deportiva que para la compañía.

Lo que sí parece claro es que la raza tiene su origen en Asia. Tal vez se trate de una variedad derivada de los perros pequineses de pelo corto. Han existido algunas teorías, hoy casi todas descartadas, que hablaban de su posible derivación a partir de cruces de bulldogs ingleses de talla pequeña o bien de que a lo mejor se trataba de una variante menor del dogo de Burdeos.

Entre otras cosas, estas hipótesis han sido desestimadas porque se tiene la certeza de que en realidad fue el carlino el que se utilizó para disminuir el tamaño del bulldog y para fijar algunas características de su cabeza. La primera referencia cierta a la existencia de la raza data del siglo VIII, cuando una embajada comercial procedente de la actual Corea obsequió al emperador de Japón con unos perros pequeños y chatos a los que en principio se conoció con el nombre de Ssuchuan Pai.

Estos perros eran lo suficientemente pequeños como para deambular por debajo de las mesas, que tanto en China como en Japón se situaban muy próximas al suelo. Durante los años correspondientes a la dinastía Sung (960-1275), la raza se hizo muy popular en China, pero perdió dicha relevancia con la llegada de los Ming (1368-1644), que sentían mayor inclinación por los galos.

Sin embargo, la presencia de este can en el ámbito imperial siguió vigente, como se desprende de las pinturas, grabados y esculturas que realizaron los artistas que trabajaban para la casa imperial en el siglo XVIII. Se reflejaba la existencia de los diferentes tipos de animales que habitaban en el palacio, y entre ellos aparecen algunos perros muy similares al actual Carlino.

En realidad, eran tres los perros que se convirtieron en objeto de favor por parte do los nobles y la familia imperial china. Uno de ellos correspondía al actual pequinés; otro, llamado por entonces perro león, podría ser similar al actual chin, o spaniel japonés, y el tercero era el Carlino original, que en aquel momento se conocía con el nombre de Lo-sze.

Es de destacar que desde un principio una de las características que se destacó como representativa de la raza fue la llamada “marca del príncipe”, las arrugas que se le forman en la frente, las cuales dibujan unos trazos que se asemejan al pictograma chino correspondiente a la palabra “príncipe”. También se señalaban otras marcas y la cola retorcida como signos distintivos de esta raza que, sin duda alguna, constituye el origen del actual Carlino.

En el siglo XVI, en un momento de auge comercial entre Europa y Asia, llegaron a tierras europeas los primeros ejemplares de la raza, que enseguida encontraron un lugar destacado junto a los personajes de más elevado postín de la alta sociedad. Su entrada a Europa la lucieron sobre todo a través de Portugal y de España, los dos países que dominaban el comercio marítimo de la época.

Es evidente, por ejemplo, el parecido de los actuales Carlinos con los perros que Francisco de Goya retrató en el cuadro de la marquesa de Pontejos. Luego, desde España esta raza se extendió por todas las casas reales europeas, la mayoría de las veces como regalo de buena voluntad.

En este sentido, este can se convirtió en el perro de compañía oficial de la casa real holandesa de los Orange, pues el príncipe Guillermo I se hacía acompañar siempre por perros de esta raza. De hecho, uno de sus Carlinos le salvó la vida en 1572 gracias a su ladrido, que lo despertó mientras dormía en el palacio de Hermigny en plena invasión de los soldados españoles, lo cual le permitió huir de una muerte segura.

Asimismo, cuando en 1688 el rey Guillermo III de Orange y su esposa María llegaron a Londres para tomar posesión del trono de Inglaterra e Irlanda lo hicieron acompañados por sus Carlinos, los cuales iban ataviados con llamativos lazos de color naranja, símbolo de su casa, y pronto se hicieron sumamente populares entre los nobles británicos.

En Francia es famosa la historia de Fortune, el Carlino de Josefina al que, según parece, Napoleón pretendió echar de su cama la noche de bodas, motivo por el cual su esposa amenazó con no dormir nunca en esa cama si no lo hacía también su perro. Este mismo can ejerció también como correo llevando mensajes ocultos en su collar para Napoleón cuando su mujer estuvo encarcelada.

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Y fue precisamente en el país galo donde la raza, a la que en Inglaterra llamaban pug y en Holanda, mops, recibió el nombre de Carlino, en honor a un famoso actor llamado Carlin, quien se hacía acompañar de uno de estos perros en sus representaciones. Inglaterra vivió el momento de mayor auge de la crianza de perros de raza, especialmente de aquellos de compañía con los que se dejaban ver las damas más nobles en fiestas y recepciones.

Durante el reinado de la reina Victoria, y el carlino se encontraba entre ellos, pues en 1860 los británicos entraron en el Palacio Imperial de Pekín y se llevaron consigo a un buen número de pequineses y de carlinos que encontraron en el interior. En Gran Bretaña el club de la raza se fundó en 1881, y dos años más tarde el Kennel Club la reconoció y le dio su primer estándar oficial, cosa que el American Kennel Club hizo en 1885.

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