Las cigüeñas son aves migratorias. Es decir, pasan los meses de verano en lugares cálidos. Y, en invierno, cuando llega el frío, vuelan grandes distancias a zonas donde la temperatura es más agradable. En CurioSfera-Animales.com, te explicamos cómo es la migración de las cigüeñas, cuándo lo hacen, dónde van, cuántos kilómetros son capaces de volar y más.
Por qué emigran las cigüeñas
Aunque todavía queda mucho que descubrir sobre el comportamiento migratorio, se sabe, que especies como la cigüeña, sufren en su área de cría, una fuerte reducción de sus recursos alimenticios durante el verano y se incrementa en otoño y en parte del invierno. La migración, ocasiona este traslado a regiones que poseen alimentos durante todo el año, o a aquellas que los posean, en la época en que faltan en el país de origen.
Evidentemente, hay factores endógenos que intervienen en esta necesidad de viajar. En la mayoría de las aves se cree, que la habilidad de encontrar lugares de invernada y de cría, está, de alguna manera, fijada por la herencia. Es la memoria la que, una vez en dichas áreas, hace que las cigüeñas reconozcan el nido de años anteriores.
Cuándo emigran las cigüeñas
El fin de las tareas reproductoras coincide con el periodo más caluroso del año. Los meses de Julio y Agosto. Ha llegado, pues, la hora de prepararse para emprender el viaje hacia los cuarteles de invierno africanos.
Por tanto las cigüeñas inician su migración en los meses de septiembre y octubre. Las condiciones climáticas influyen también, en gran medida, al desplazamiento hacia lugares de inviernos más cálidos.
Dónde emigran las cigüeñas
Las cigüeñas españolas, junto con las francesas y las alemanas que crían al oeste del río Elba, migran a través de sus respectivos países y cruzan hacia África por Gibraltar. Se unen después a las norteafricanas, sobrevuelan el Sáhara y pasan el invierno en las sabanas de países como Malí, Senegal y Nigeria.
Solo en ocasiones viajan más lejos hasta Rhodesia o Sudáfrica. Las que crían en Europa del Este, se distribuyen para invernar principalmente por África del Sur y del Este, quedándose un buen número de ellas en Oriente Medio. Estas aves son bastante respetadas en Europa. Pero, al atravesar Gibraltar (España) o el Bósforo (Turquía), son esperadas por cazadores que disparan sobre ellas produciendo grandes masacres. También, algunos pueblos africanos las abaten para alimentarse.
La cigüeña canaliza, como ya se ha dicho, su migración sobre los estrechos de Gibraltar y el Bósforo, mientras que los zorzales suelen emigrar en amplios frentes desde Europa Central y oriental, hacia el sudoeste para alcanzar la región mediterránea.
Las rutas de ida y vuelta, a veces no coinciden, esta paradoja es resuelta por los estudiosos del comportamiento animal. Lo consideran como productos finales de una evolución histórica durante el terciario, periodo éste, de condiciones climáticas y topográficas variables en base a la deriva de los continentes.
Cómo se orientan las cigüeñas
Las aves utilizan la posición de las estrellas y los accidentes del terreno para orientarse, lo que les ayuda a recordar los lugares por donde han pasado en años anteriores. Algunas especies de anátidas, migran hacia el Sur, cuando las corrientes de agua comienzan a helarse. La alimentación y la permanencia en sus lugares de nacimiento, se les hacen imposibles. Más tarde, siguiendo el deshielo retornaran a ellas.
Cuánto vuelan las cigüeñas
La altura de migración, la dirección y el espacio recorrido son típicos de cada especie, en este caso la altura normal es de 1.500 metros. El seguimiento por satélite de la migración, ha dado como resultado un mejor conocimiento del viaje de las cigüeñas. Llegándose a medir distancias superiores a 300 kilómetros en un día. En la siguiente imagen se muestran algunos récords de distancias migratorias obtenidas por distintas especies. La cigüeña puede recorrer los 10.000 kilómetros que separan Alemania de África del Sur.
Aunque parece un gran salto, todavía está lejos de especies como el Charrán Ártico y el Correlimos Pectoral, para los cuales se han medido distancias de 20.000 y 16.000 kilómetros, llegando el primero del Ártico al Antártico y desde Alaska a Tierra del Fuego el segundo. A lo largo del recorrido, las cigüeñas necesitan descansar en lugares que les permitan reponer fuerzas o librarse de las condiciones climáticas adversas que, en un momento dado de su odisea, se produzcan.
Para ello, eligen, especialmente, lugares encharcados o bosques galería al lado de ríos, en los que se reúnen en enormes bandadas que, a veces, sobrepasa el medio millar de individuos. Otras veces prefieren la seguridad de grandes edificios en ciudades, como es el caso de las catedrales.
Por qué algunas cigüeñas ya no emigran
En los últimos años aumenta la tendencia de invernada en la Península. En los últimos años los censos realizados en las Marismas de Andalucía Occidental arrojan un contingente de 5.000 cigüeñas.
Algunas ocasiones, los vertederos de basuras acogen algunos individuos durante la época invernal. Las razones de este comportamiento, hay que buscarlas en la abundancia de alimentos en ciertas zonas, que permite el abastecimiento durante los meses de octubre y noviembre. Cultivos como los arrozales y los vertederos, actúan como auténticos supermercados, en cuanto a la variada oferta de productos en ellos existentes, atraen y acomodan a las cigüeñas.
Otro fenómeno que, junto a los vertederos, influye en la permanencia de cigüeñas en las áreas de cría, sin que emigren como tradicionalmente ocurría, ha sido la introducción del cangrejo americano, hoy convertido en plaga en muchos ríos y lagunas.
Esta especie invasora se ha convertido en recurso alimenticio de garzas y cigüeñas. La polución de las aguas a veces llega a producir grandes mortandades de peces, que no siempre son repentinas sino que es cada vez más frecuente observar largas agonías en superficie de barbos y carpas, haciéndose, de esta manera, presas fáciles de conseguir.
En muchos ríos, en las proximidades de los desagües de las ciudades y pueblos que a él vierten sus aguas residuales, suele ser frecuentado por cigüeñas que hacen acopio en sus buches de peces muertos y moribundos. El peligro de intoxicación es evidente, y el problema se agrava en época de cría cuando los débiles polluelos pueden legar a perecer por la ingesta de toxinas.
En los estudios de invernada de Cigüeña Blanca en Andalucía Occidental, se detecta que casi un tercio de la población nidificante en el área de estudio, vuelve tras el primer invierno, otro tercio lo hace a los dos años v ya el resto a partir del tercero.
Es, a la vista de estos datos, casi lógico presuponer, a la espera de que ulteriores estudios aporten más claridad, que las cigüeñas que no migran y aquellas que regresan antes a España, tienen un índice de supervivencia mayor que las que permanecen más tiempo en África.
Todo esto hace pensar que aunque está demostrado que la migración es un comportamiento regulado genéticamente. Ante condiciones de vida muy favorables, puede producirse una adaptación tan fuerte a un determinado medio, que hace variar dicho comportamiento hacia el sedentarismo, el semisedentarismo o hacia el acortamiento de la distancia recorrida en el viaje migratorio.
Por otra parte, el invernar más cerca del área de cría, supone un menor gasto de energía a la hora de regresar a los nidos. También supone una disminución de riesgos, como las sequías, la caza furtiva en los cuarteles de invernada y la fuerza de los vientos en el Estrecho de Gibraltar.
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